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miércoles, 23 de enero de 2013

Presidente​ Obama: La Libertad ​No Está Reservada Para Los Afortunados N​I La Felicidad Para ​Los Pocos


21 de enero del 2013

Vicepresidente Biden, Sr. Presidente de la Corte Suprema, Miembros del Congreso de los Estados Unidos, distinguidos invitados y conciudadanos:

Cada vez que nos reunimos para inaugurar a un presidente, somos testigos de la perdurable solidez de nuestra constitución.

Afirmamos la promesa de nuestra democracia. Recordamos que lo que mantiene unida a esta nación no es el color de nuestra piel ni los principios de nuestra fe ni los orígenes de nuestros nombres.

Lo que nos hace excepcionales – lo que nos hace estadounidenses – es nuestra lealtad a una idea articulada en una declaración hecha hace más de dos siglos:

“Nosotros sostenemos que estas verdades son auto evidentes, que todos los hombres son creados iguales, que su Creador les otorga ciertos derechos inalienables, que entre ellos se encuentran el de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Hoy continuamos una trayectoria que nunca termina para conciliar el significado de esas palabras con las realidades de nuestro tiempo.

Pues la historia nos dice que aunque estas verdades pudieran ser auto evidentes, nunca han sido auto ejecutadas; que aunque la libertad es un regalo de Dios, ella debe ser asegurada por Su gente aquí, en la Tierra.

Los patriotas de 1776 no lucharon para reemplazar la tiranía de un rey por los privilegios de unos cuantos o el gobierno de una pandilla.

Ellos nos dieron una República, un gobierno de, por, y para el pueblo, encomendando a cada generación que aseguraran nuestro credo fundacional. Durante más de doscientos años hemos hecho esto.

A través de la sangre sacada a latigazos y la sangre sacada por la espada hemos aprendido que ninguna unión fundada en los principios de la libertad y la igualdad podría sobrevivir estando medio esclavizada y medio libre. Nos hemos recreado de nuevo, y juramos que avanzaríamos adelante juntos.

Unidos, determinamos que una economía moderna requiere ferrocarriles y carreteras para acelerar el viaje y el comercio; escuelas y facultades profesionales para entrenar a nuestros trabajadores.

Juntos descubrimos que un mercado libre prospera solamente cuando hay reglamentos para asegurar la competición y el juego limpio.

Juntos resolvimos que una gran nación debe cuidar a los vulnerables y proteger a su gente de los peores peligros e infortunios de la vida.

A través de todo nunca hemos renunciado a nuestro escepticismo de la autoridad central, ni hemos sucumbido a la ficción de que todos los males de la sociedad pueden ser curados a través del gobierno únicamente.

Nuestra celebración de la iniciativa y la empresa, nuestra insistencia en el trabajo diligente y la responsabilidad personal, estos son constantes en nuestro carácter.

Pero siempre hemos comprendido que cuando los tiempos cambian, también debemos cambiar nosotros; que la fidelidad a nuestros principios fundadores requieren nuevas respuestas a los nuevos retos; que preservando nuestras libertades individuales a fin de cuentas requiere una acción colectiva.

Pues el pueblo estadounidense ya no puede satisfacer las necesidades del mundo de hoy actuando a solas al igual que los soldados estadounidenses no podrían haberse enfrentado a las fuerzas del fascismo o del comunismo con mosquetes y milicias.

Ninguna persona puede enseñar ella sola a todos los maestros de matemáticas y de ciencias que vamos a necesitar para equipar a nuestros hijos para el futuro o para construir las calles y las redes y los laboratorios de investigación que traerán nuevos trabajos y negocios a nuestras costas. Ahora, más que nunca, debemos hacer estas cosas unidos como una nación y un pueblo.

Esta generación de estadounidenses ha sido puesta bajo prueba por crisis que fortalecieron nuestra resolución y probaron nuestra resiliencia. Ahora está terminando una década de guerra.

Ha empezado la recuperación económica. Las posibilidades de Estados Unidos son ilimitadas porque poseemos todas las cualidades que este mundo sin fronteras demanda: juventud e impulso y determinación; diversidad y apertura; una infinita capacidad para tomar riesgos y un don para reinventarnos.

Mis conciudadanos, estamos hechos para este momento, y lo abrazaremos – siempre y cuando lo hagamos juntos.

Pues nosotros, el pueblo, entendemos que nuestro país no puede tener éxito cuando unos pocos decreciendo en número están ganando muy bien y crecientes números de muchos apenas ganan lo suficiente.

Creemos que la prosperidad de Estados Unidos debe descansar sobre los amplios hombros de una creciente clase media.

Sabemos que Estados Unidos prospera cuando cada persona puede encontrar su independencia y orgullo en su trabajo, cuando los salarios por su honesta labor liberan a las familias del borde de la penuria.

Nosotros somos fieles a nuestro credo de que cuando una pequeña niña nacida en la más sombría pobreza sabe que tiene la misma oportunidad de tener éxito que cualquier otro porque ella es estadounidense, ella es libre y ella es un igual, no solamente a os ojos de Dios sino también a los nuestros propios.

Comprendemos que los programas obsoletos son inadecuados para las necesidades de nuestro tiempo. Debemos recopilar nuevas ideas y tecnologías para rehacer a nuestro gobierno, renovar nuestro código de impuestos, reformar nuestras escuelas, y facultar a nuestros ciudadanos con las habilidades que necesitan para trabajar más diligentemente, aprender más, alcanzar más alto.

Pero aunque los medios van a cambiar, nuestro propósito perdura; una nación que recompensa el esfuerzo y la determinación de cada uno de los estadounidenses.

Eso es lo que este momento requiere. Eso es lo que dará un verdadero significado a nuestro credo.

Nosotros, el pueblo, seguimos creyendo que cada ciudadano se merece una medida básica de seguridad y dignidad.

Debemos tomar las difíciles elecciones para reducir el costo del cuidado de la salud y el tamaño de nuestro déficit.

pero rechazamos la creencia de que Estados Unidos debe elegir entre el cuidado de una generación que construyó este país e invertir en la generación que va a construir su futuro.

Pues nosotros recordamos las lecciones de nuestro pasado, cuando los años del ocaso fueron pasados en la pobreza, y los padres de un niño con incapacidades no tenían ayuda alguna.

Nosotros no creemos que en este país la libertad está reservada para los afortunados, ni la felicidad para los pocos.

Reconocemos que sin importar cuán responsablemente vivamos nuestras vidas, cualquiera de nosotros en cualquier momento pudiera enfrentarse a una pérdida de trabajo, o una repentina enfermedad, o sufrir la pérdida de su hogar a causa de una terrible tormenta.

Los compromisos que hacemos unos con otros – a través del “Medicare” (seguro médico para personas mayores), y “Medicaid” (seguro médico popular) , y el Seguro Social – estas cosas no minan nuestra iniciativa; ellas nos fortalecen.

Ellas no forjan una nación de tomadores, sino que nos libran para tomar los riesgos que hacen grandioso a este país.

Nosotros, el pueblo, seguimos creyendo que nuestras obligaciones como estadounidenses no son solamente con nosotros mismos, sino para toda la posteridad.

Responderemos a la amenaza del cambio de clima, sabiendo que si fracasamos en ello traicionaríamos a nuestros hijos y a futuras generaciones.

Algunos podrían seguir negando abrumadoramente el juicio de la ciencia, pero nadie puede evitar el devastador impacto de los fuegos arrasadores, y la incapacitante sequía y las poderosas tormentas.

La senda hacia las fuentes de energía sostenibles será larga y a veces difícil; pero los Estados Unidos no pueden resistirse a esta transición; debemos ser líderes..

No podemos ceder a otras naciones la tecnología que propulsará nuevos empleos y nuevas industrias – debemos reclamar su promesa.

Así es como mantendremos nuestra vitalidad económica y nuestro tesoro nacional – nuestros bosques y vías navegables, nuestras tierras de cosecha y nuestros picos nevados.

Así es como preservaremos nuestro planeta, comandado a nuestro cuidado por Dios. Eso es lo que dará significado al credo de nuestros padres que fue alguna vez declarado.

Nosotros, el pueblo, seguimos creyendo que la seguridad perdurable y la paz duradera no requieren de una perpetua guerra.

Nuestros valientes hombres y mujeres en uniforme, temperados por las flamas de la batalla, no tienen igual en habilidades y coraje.

Nuestros ciudadanos, ardidos por el recuerdo de aquellos que hemos perdido, saben muy bien el precio pagado por la libertad.

El reconocimiento de su sacrificio nos mantendrá para siempre vigilantes contra aquellos que nos pudieran dañar.

Pero también somos herederos de aquellos que ganaron la paz, y no solamente la guerra, sino quienes convirtieron a los enemigos jurados en amigos asegurados, y debemos llevar esas lecciones a este tiempo también. .

Defenderemos a nuestro pueblo y sostendremos nuestros valores mediante la fortaleza de las armas y la ley.

Mostraremos el coraje para tratar y resolver nuestras diferencias con otras naciones pacíficamente – no porque seamos ingenuos sobre los peligros a los que nos enfrentamos sino porque el involucramiento puede levantar más perdurablemente la sospecha y el temor.

Los Estados Unidos permanecerán siendo el ancla de fuertes alianzas en todo rincón del globo, y renovaremos esas instituciones que extiendan nuestra capacidad de manejar las crisis en el extranjero, pues nadie tiene un mayor interés en un mundo pacífico que su más poderosa nación.

Nosotros apoyaremos la democracia desde Asia hasta África, de las Américas al Medio Oriente porque nuestros intereses y nuestra conciencia nos compelen a actuar en nombre de aquellos que anhelan la libertad.

Y debemos ser una fuente de esperanza para los pobres, los enfermos, los marginados, las victimas del prejuicio – no por mera caridad, sino porque la paz en nuestro tiempo requiere el constante avance de esos principios que nuestro credo común describe: tolerancia y oportunidad, dignidad humana y justicia.

Nosotros, el pueblo, declaramos hoy que la más evidente de las verdades – que todos nosotros somos creados iguales – es la estrella que nos sigue guiando; al igual que guió a nuestros antepasados a través de las Cataratas de Séneca, y de Selma y de Stonewall, al igual que guió a aquellos hombres y mujeres, alabados y sin alabar, que dejaron sus huellas a lo largo de este grandioso centro para escuchar al orador decir que no podemos andar solos; para escuchar al Rey proclamar nuestra libertad individual que está inextricablemente ligada a la libertad de cada ser en la Tierra.

Es labor de nuestra generación proseguir con lo que esos pioneros empezaron. Pues nuestro trayecto no está completo hasta que nuestras esposas, nuestras madres e hijas puedan ganar equitativamente por sus esfuerzos.

Nuestro trayecto no está completo hasta que nuestros hermanos homosexuales y hermanas lesbianas sean tratados como cualquier otra persona bajo la ley – pues si somos verdaderamente creados iguales, entonces ciertamente el amor que le prometemos a otro debe ser igual también.

Nuestro trayecto no está completo hasta que ningún ciudadano sea forzado a esperar por horas para ejercitar el derecho de voto.

Nuestro trayecto no está completo hasta que encontremos una mejor manera de dar la bienvenida a los inmigrantes esperanzados y esforzándose, y quienes siguen considerando a los Estados Unidos como la tierra de las oportunidades; hasta que los brillantes jóvenes estudiantes e ingenieros sean contratados en nuestra fuerza laboral en vez de ser expulsados de nuestro país.

Nuestro trayecto no está completo hasta que todos nuestros niños, desde las calles de Detroit hasta los montes de los Apalaches, a las tranquilas calles de Newton, sepan que están cuidados y que son queridos y que están siempre a salvo de todo daño.

Esa es la labor de nuestra generación – hacer que estas palabras, estos derechos, estos valores – de la Vida y la Libertad, y la búsqueda de la Felicidad – sean reales para cada estadounidense.

El ser fieles a nuestros documentos fundadores no requiere que estemos de acuerdo con cada contorno de la vida; no significa que todos definamos la libertad exactamente de la misma manera, ni seguir la misma precisa senda a la felicidad.

El progreso no nos compele a resolver debates de siglos sobre el papel del gobierno para siempre – pero sí requiere de nosotros actuar en nuestro tiempo.

Pues ahora las decisiones están sobre nosotros y no podemos permitirnos retrasarlas. No podemos confundir el absolutismo con un principio, ni sustituir la política por un espectáculo, o tratar un debate razonado lanzando insultos.

Debemos actuar, debemos actuar a sabiendas de que nuestro trabajo será imperfecto. Debemos actuar a sabiendas de que las victorias de hoy serán solamente parciales, y que ayudarán a quienes estén de pie aquí en cuatro años, y en cuarenta años, y en cuatrocientos años a partir de hoy para avanzar el eterno espíritu que nos fue conferido una vez en un frugal salón en Filadelfia.

Mis conciudadanos estadounidenses, el juramento que he jurado ante ustedes hoy, como el recitado por otros que sirven en este Capitolio, fue un juramento a Dios y al país, no a un partido ni a una facción – y debemos ejecutar ese juramento fielmente durante la duración de nuestro servicio.

Pero mis palabras de hoy no son diferentes del juramento que se da cada vez que un soldado se enlista para el servicio, o que un inmigrante hace cuando se cumple su sueño.

Mi juramento no es tan diferente de la promesa que todos hacemos a la bandera que ondea arriba y que llena nuestros corazones con orgullo.

Son las palabras de los ciudadanos, y representan nuestra mayor esperanza. Ustedes y yo, como ciudadanos, tenemos el poder para fijar el curso de este país.

Ustedes y yo, como ciudadanos, tenemos la obligación de forjar los debates de nuestro tiempo – no solamente con los votos que damos, sino con las voces que levantamos en defensa de nuestros más antiguos valores y perdurables ideales.

Abracemos cada uno de nosotros ahora, con un solemne deber y asombroso gozo, lo que es nuestro perdurable derecho de nacimiento.

Con un esfuerzo común y un propósito común, con pasión y dedicación, permítannos responder al llamado de la historia y portar a un incierto futuro esa preciosa luz de la libertad.

Gracias, que Dios los bendiga, y que El bendiga para siempre a estos Estados Unidos de América.

Fuente: Oracles and Healers

Traductor: Gloria Mühlebach

WebSite:   http://despertando.me/?p=118771

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