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sábado, 16 de febrero de 2013

Memoria RAM 1-Parte 21: El Maestro Del Templo, IMPLOSIÓN DE LUZ, Carlos Torres Valencia


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ERA LA IMPLOSIÓN DE LUZ: mi propia luz leía en Luz cuanto había creado como vida, “la Luz de los hombres”… vi y sentí que los injustos por su maldad alargan sus días de sufrimiento en la muerte y luego, en la encarnación siguiente, porque la implosión en ellos pasa sin conocerse, sin conciencia y caían en el vacío de sus mentes, que poco tenían para el espíritu, no portaban Luz en sus células, poca memoria en sus Discos Memoria, menos, conocimiento en su alma memoria de Creación.

ERA LA IMPLOSIÓN DEL SABER: el viento de las creaciones se mostraba en mí como mi propia luz y nada más que mi luz; el hálito o aliento de respiración de mi propio espíritu, esa respiración que desde mi cristal, marcaba el reloj, los tiempos de mi existencia, que en fuerza de los universos, ejerce todo poder de Creación.

ERA LA IMPLOSIÓN DEL SER: ahora sí, la carne se desprendió de la carne, se soltaba el recuerdo del mundo; podía ver y sentir claramente las memorias de esa mi encarnación, porque no fui hombre vano ni de tinieblas, donde crece la sepultura y se pierde la conciencia.

Mi cristal pulsaba, “lo sentía en todos mis sentidos”, porque leía mis sentidos que se alejaban; estaba indefenso ante la Sentencia de Justicia de la Consciencia; moría mi carne pero estaba vivo mi espíritu y todo lo reconocía-aprendía.

ERA LA IMPLOSIÓN DEL HOMBRE: esa fuerza del Alma Suprema reconociendo todo cuanto los hombres hacen en sus vidas; midiendo el espíritu individual que se crea con las acciones de los hombres, porque el espíritu-aliento del hombre, es el recipiente de él mismo y cada quién lo forma desde su fuego-cristal y desde las creaciones del fuego de los mundos, con el fuego de sus carnes y mentes: le da volumen con la tierra de su carne, su cuerpo, el barro y el polvo de sus inclinaciones, sus emociones y apegos de cuanto él considera es verdad, único y que posee por siempre.

Lo hace crecer con el agua de sus encarnaciones, que se hacen mares de vida en las perfectas y cenagosas aguas de ilusiones malolientes, de pertenencias de mundo, que aquí en la Luz, son leídas para el siguiente libro de vida.

Lo impulsa en el viento, el aliento de cuanto él mismo es y ha reconocido para ser cuando su esencia sea cristalina de aromas de Saber.

ERA LA IMPLOSIÓN DEL FUTURO ARADO: mi propia obra se medía y pesaba en la balanza de Luz, y la justicia me llamaba a ejecutar su Justicia en el final… mi alma tomó cuerpo de paloma y mi espíritu forma de esfera y mirada de ojo azul, luminoso, ante el Poder de la Justicia de la Luz, que leía sin descanso, sin inmutarse; porque aquellos espíritus, todos, y el mío, no tenían poder ante la Autoridad de la Luz; todos eran sojuzgados sin piedad.

ERA LA IMPLOSIÓN DEL CRISTAL: mi pulsar universal se conectaba al infinito y mi alma tomaba la fortaleza de las murallas, la sentía, me diluía dentro de ella sin perder mi identidad, ahora sabía que era parte del Alma de las Creaciones, y lloré, porque no estaba perfecto dentro de la Gran Alma.

Vi lo mucho que me faltaba y entonces la Luz señaló mi camino futuro: “Para ese tiempo tomarás tu parte del designio y con él impulsarás a muchos, habrás vivido para buscar perfección; así aprenderás para ser Guía del Templo Luz y Ley Eterna”.

ERA LA IMPLOSIÓN DE LA CONSCIENCIA: la Luz de la Consciencia habló otra vez en Justicia diciendo… “Esta Luz viene desde el Altísimo de las Creaciones, es la misma Esencia de su Autoridad y Justicia, es la Esencia que pulsa y conoce todo cuantos es”…

Néctares indecibles cubrieron mi ambiente de luz, una polifonía de voces y arpegios antes no escuchados, se desprendían en indecibles luces que no se oían o veían con los sentidos, se plasmaban dentro de la misma Esencia de mi Alma.

Todo podía tocar con mi espíritu, porque mi cuerpo ya no tenía tacto; miraba con mis ojos de Ser Interior, todo más allá de lo evidente; saboreaba con la esencia de la creación; entonces sentí por vez primera el sabor de mi encarnación: amarga como carne que se pudre en la incertidumbre, y dulce como el incienso que sube, cual reflexión del Ser.

La amargura de todos mis errores y la dulzura de mis aciertos me juzgaron, dijo la voz… “Te hemos juzgado en justicia, estarás aquí el tiempo de consciencia que necesites para aprender y regresarás, porque tu tiempo no ha concluido, esta es la “Escuela del Saber” de los guías y tú has tomado esta Enseñanza de vida para tus demás hermanos, es tu consciencia ahora la llevarás a los hombres del final”.

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Posteado por Oliver Mora.

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