Memoria RAM 1-Parte 18: EL MAESTRO DEL TEMPLO, LA MONTAÑA DEL TIEMPO (Vértigo Y Mi Yo Interior)-Carlos Torres Valencia
Mi corazón pulsaba con fuerza, mientras cada gota de sangre se leía dentro del palpitar; estaba vivo mi espíritu inmortal, el cuerpo que moría, renacía en otro cuerpo de plasma, un vapor blanquecino.
Nunca muere el Ser, la vida es ésta, sólo cambia de presencia el cuerpo que actúa.
Sentí revivir los siete cuerpos memoria de inmortalidad, el pensamiento hecho pulsares de espíritu que graba pulso a pulso, el corazón humano.
Y revivió la Consciencia de las Siete Lámparas: se encendieron todas; me llevaron al centro de La Vid, al PULSAR del Santo Espíritu, que da fruto sin cesar, al Árbol de todas las Creaciones.
Y pude presentir al que vive y se mueve dentro de LAS SIETE LEYES DEL VERBO SUPREMO, el Eternizar, LOS SIETE SELLOS de Toda Potestad y Dominio, frente al SIN NOMBRE Y SIN FIN:
Allí estaba ÉL, lo sentí en mi humilde corazón memoria.
Y comprendí ese momento, y me hice Eterno.
Y me adentré en la Eternidad: cada memoria revivida era una consciencia que no se borra jamás, grabada nuevamente en el Corazón del Espíritu Reloj, en el PRINCIPIO DEL VERBO DIOS, el que determina la Permanencia de toda La Creación.
Sentí el Primer Palpitar del Espíritu que magnifica Nueve Súper-Universos y cada diástole y sístole suyo, Sella los Segundos Eternos que son INFINITOS, dando origen a LOS DÍAS INMUTABLES.
Días que crían las Tres Leyes de Amor, armonía y paz, a LOS NUEVE SEÑORES ETERNOS, la Corona Viva e Inmutable de los Súper Universos del ALTÍSIMO, SIN NOMBRE Y SIN FIN.
Y los sentí pulsar en mi corazón desde ese momento. Pude sentirlo como cualquier alma que se haga consciencia en el Túnel de Tiempo Espacio.
Sentí el Aliento del Alma Suprema, ese PALPITAR DEL CORAZÓN DEL VERBO SUPREMO en las Ilimitadas Fuerzas en los 144.000 Millones de pulsares de Universos, donde cada diástole y sístole de Su Reloj Corazón; es el Espíritu PRINCIPIO DE DIOS, que Sella el movimiento del DÍA CÓSMICO DE LUCES de los Multi-Soles, la indiscernible Creación que nunca se detiene.
Y pude ver los vastos dominios del Alma Suprema, del VERBO INMUTABLE, donde cada diástole y sístole Sella los DÍAS DE LAS SÚPER GALAXIAS, que hacen mover, girar, estirar, relampaguear, agitar en Marejadas, todo el Océano de la Creación que jamás se detiene; que crea, funda y forma sin detenerse, porque es el Reloj Corazón Supremo del movimiento de la Vida, la Luz de los hombres en Perpetua Creación.
Entonces, con asombro y escondiéndome de mis propias obras, conocí mi corazón sujetado a este VERBO SUPREMO, a la Esencia de cada diástole y sístole, que Sella el DÍA DEL TRONO DEL ANCIANO DE DÍAS y del hombre, yo; donde se sellan las Leyes del nacimiento, crecimiento, encarnación y reencarnación, que se engendran desde el corazón del hombre, y yo tuve pena de mis pocas obras, de mi tiempo perdido, de mi pensar retrasado.
Entonces, vi cómo mi corazón sella mi tiempo de conciencia. Cómo en la Eternidad no existe tiempo y que sólo el hombre mueve la Eternidad para que exista el tiempo.
Que el tiempo demarca el espacio, como un lugar donde habita el alma humana del hombre, esa parte y principio del Alma Suprema que se desprende de la Eternidad, porque el tiempo del hombre, es un espacio finito dentro de un impulso de movimiento del Mismo Corazón Supremo, en el pequeño corazón del hombre…
Caía en el túnel, atraído por una fuerza descomunal y entonces pude entender el trabajo de los Ancianos en la Cámara de Cristal, los que recibían los espíritus desde el Manantial de Luz.
Esa fuerza de Luz me atraía, separaba mi cuerpo material de mi espíritu, que se convertía en un punto de luz comprimido dentro de mí mismo.
Pude sentir el olor de mi carne, cuando la luz lo comprimía, aún no era santo.
Mi carne olía todavía a muerte, porque cada cuerpo de célula aún no tenía la información de la perfección Servidluz.
Sentí, cómo cada una de mis células desprendía su propio olor y éste era el de sus memorias de conocimiento.
Me di cuenta, cómo estaban archivadas allí las memorias de mi pensamiento del mundo, y el mundo olía a muerte…
La muerte que tantos temen, comenzó por disiparse ante mi espíritu: mi alma vigilaba.
Sepárase la carne, no por un corte, sino en un recorrido de luz dentro de cada célula del cuerpo: una velocidad de vértigo atravesaba cada uno de los 72 mil billones de células de mi cuerpo, era el pensamiento hecho memoria, que no lograba pensar, porque su naturaleza de razonar es lenta.
La consciencia leía a velocidades luz, cada uno de los corpúsculos de mi carne, buscando memorias archivadas de mis acciones emocionales y mentales.
Era velocidad de vértigo que la mente no está capacitada para entender y me sentía caer en un hueco profundo y negro, era la falta de imágenes luz en la mente: el vértigo. Mi Preparador me conducía…
“Así se prepara el nuevo Hombre Espiritual de la Tierra: el conocimiento evolutivo le engendra para habitar este lugar del vastísimo universo.
Aquí logrará su espléndido desarrollo mental-espiritual, y los altos niveles de consciencia hacia el Saber ilimitado de la Gran Consciencia Creadora”…
el vértigo desencarnaba -vaciaba de cada tejido y hueso- esas memorias y las convertía en luz; fulgor que se hacia grande al penetrar los siete sellos de Luz en mi cuerpo; yo los conocía por sus colores, los discos memoria, bancos de datos que cada uno de mis pensamientos y acciones habían formado: mi creación.
Veía cómo cada grupo de células ordenadas a gran velocidad de luz, se dirigían a cada color y lugar del Chacra.
Era un enjambre de cuasi voces de conciencia, que entre sí, respondían a un interrogante de luz que escaneaba a velocidades de aturdimiento: el vértigo seguía en mi mente; era un enjambre de abejas susurrantes hacia su colmena: el entrecejo, la pineal…
La voz de mi Preparador me acompañaba… “Se apronta el hombre terrestre al mejoramiento intelectual, científico y espiritual: y quienes tenemos en las manos las llaves para su desarrollo, hemos tomado medidas y decisiones, porque algunos terrestres en forma callada y ejemplar, se constituirán en artífices del gran cambio que se acerca.
¡NOSOTROS LOS CONOCEMOS!
El desvanecimiento de la mente aumentó, para no quedar pensamiento que reflejara los temores y los sentidos, ninguna sensación de la carne; todo se ausentó.
Cada disco memoria chacra recopiló su lectura de células de su entorno, como un gobernante de su territorio; así se administró esta justicia en mi cuerpo.
Ya no caí más; y recordé sin memoria de la mente, cuanto quedó escrito en mi consciencia antes de penetrar a la cámara de granito rojo:
“¡Mirad allí –dijo mi Preparador- en ese mausoleo de rojo granito!
Allí estás tú desde antes que llegases a este tiempo, y allí estarás aún pasados los tiempos”.
Ya no pensé con razón, sentí en mi consciencia y comprendí con interrogantes de espíritu, cómo el cuerpo es un mausoleo rojo de carne, sangre, células, emociones, pasiones, que le dan una vibración de aura roja.
¿Era uno de estos hombres del Templo?… y comencé a sentir mi consciencia, mi voz que salía de muy dentro, del mismo corazón; entonces me detuve a reconocer esa voz, mientras mi Preparador me guió de nuevo…
“La Verdad no descansa en el juicio y suposición de los que aceptan semejanzas de luz: así fue dicho, escrito y es; que el búho queda ciego por el brillo del sol, así el rostro de La Verdad ciega al hombre cuando te acercas a ella”…
Entonces retuve mi conciencia y sentí la Consciencia, hablando en consciencia para mí; no eran palabras de mi Preparador, era la fuerza del Manantial de Luz, se emitía y llamaba por mi nombre ¡Saris!
Sentía que aquellos mismos Maestros, al aglomerar y ubicar los espíritus, transmitían a cada uno de ellos, esta consciencia…
“Comprende que la vía más sabía de la mayor evolución, es el Desarrollo Interior, es la alquimia y el prodigio de la iluminación.
La mayor recompensa que logra el iniciado no es el camino del fakir y su centro instintivo y motor; no es la del monje y sus sentimientos del centro emocional; menos, la del yogui y su búsqueda a través del intelecto.
Está allí, sin buscar la tortura del cuerpo físico, la mística mal entendida, el resultado del poder mental, la soledad del espíritu, menos, en el silencio de las celdas que te alejan de tus hermanos: no es la búsqueda en los desiertos o en las montañas; porque el apenas iluminado, equivoca la mecánica natural del espíritu, se sume en un intento por llegar a la Luz en los engaños de los sentidos y las intuiciones y pierde la realidad de su verdadero YO INTERIOR”.
Retuve y sentí mi consciencia, guardando cada palabra de éstas en mi otro Ser.
Allí, aprendiendo en la contemplación del cuerpo y el espíritu –cada uno aparte- estas palabras hechas símbolos, pues podía ver y sentir el Manantial de Luz, veía la separación de mi carne y sentía el espíritu, su peso, como el velo del incienso que tantas veces vi al lado de los Maestros y sus lecturas, aquellos velos de mis letras, meditaciones y lecturas en el templo: y se fueron guardando en mi otro Ser, en tanto la voz de la Consciencia siguió emanando sus palabras de Luz…
“El real iluminado debe aprender con su verdadera experiencia, que debe dirigirse hacia un lugar determinado y saber por qué está ahí y en dónde no debe estar.
Así ve claramente dónde estaba antes de partir y no desea volver a estar allí.
Descubre entonces, que debe indicar a sus compañeros de búsqueda para que salgan con él al exterior de su Ser, y los hará caminar con él y les hablará de la creación real y de La Luz.
Les habrá dado en tanto, la mejor herramienta para que ellos luego caminen solos en la búsqueda que les depara el más asombroso y maravilloso de los descubrimientos que han logrado descifrar: la mágica receta de la mayor parte de las sabidurías y de todas las ciencias: se les revela SU PROPIO YO INTERIOR”… ese es el otro Ser del Hombre.
Y el Manantial de Luz me transportó hasta el lugar de mis anhelos, a la Esencia de cada diástole y sístole que Sella el DÍA DEL TRONO DEL ANCIANO DE DÍAS y el del hombre.
Allí me depositó suavemente, mientras podía ver y sentir todavía mi cuerpo en el otro lugar de la cámara de granito rojo; las palabras siguieron, no eran palabras, eran claves, llaves de espíritu transmitidas a mi consciencia, que aprendí sin olvidar desde allí…
“La claridad del iluminado surge cuando se descubre dividido en mil fragmentos y proyectado en mil individuos diferentes, que les son conocidos e importantes para él. Se reconoce en el amigo que anda ciego, porque no ha tenido un guía.
Se identifica con el padre y con el amigo, con el hijo y con el desalmado, con la madre que ama al hijo y con la que lo aborrece, se identifica con el vicioso y con el bebedor, con el mendigo y con el enfermo que sufre, hace suyo el dolor del afligido y del que no tiene consciencia, hace suyo su fracaso”.
El lugar de mis anhelos estaba allí, yo estaba dentro de él.
Posteado por Oliver Mora.
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