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jueves, 7 de febrero de 2013

Las Cronicas De Avalon, Parte 11: Dimensionis, Emilio Carrillo – Las Cronicas De Avalon


undisclosed DOS

Sobre la Matrix Holográfica me había hablado Morgana en el Chalice Well, el jardín aledaño al Tor, durante el descanso de su intervención en el encuentro de hadas jóvenes.

El mensaje central de sus palabras quedó grabado en mi interior: “La vida humana se desarrolla en la Tercera Dimensión.

Inmersa en ella, la gente tiende a creer que las Dimensiones de mayor rango que puedan existir, a las que llaman celestiales y angelicales, son más sutiles, abstractas y difusas.

Sin embargo, en absoluto es así, pues esas otras Dimensiones son radicalmente reales, mientras que la Tercera es puramente holográfica y conforma un escenario virtual revestido falazmente de solidez por medio de una materialidad que no es tal, sino energía y vibración de bajo nivel frecuencial.

En ese escenario, cada uno y en cada momento interpreta un papel y un guión definido por el grado de consciencia con el que se identifica y la visión del mundo y de su propia vida a tal grado asociada.

De instante en instante, cada persona proyecta el grado de consciencia que hace suyo sobre el marco virtual en el que se desenvuelve, configurando lo que denomina realidad, que, no obstante, considera algo objetivo y ajeno a ella misma.

Pero esa realidad nada tiene de objetiva, al contrario, es totalmente subjetiva y carece de entidad real, es pura ilusión.

Al ser multitud las personas que actúan en el escenario virtual, las proyecciones conjuntas de todas ellas conforman una gran Matriz Holográfica-Virtual”.

¡Quién me iba a decir entonces que llegaría a sentir esa Matriz Holográfica con la claridad que ahora la percibía!.

Para que pudiera extraer de la experiencia todo su jugo y comprender exactamente lo que me estaba ocurriendo, Nimue me aconsejó dos cosas.

Por un lado, que conociera lo que los avances científicos más innovadores estaban poniendo de manifiesto acerca del denominado Principio Holográfico.

Para lo cual sería suficiente con una charla distendida con su íntima amiga la hada Igraine, toda una experta en el paradigma holográfico, pues hacía unos años, tras concluir la licenciatura de Física en la Universidad de Londres, se trasladó a la californiana de Berkeley para hacer allí su doctorado bajo la dirección de Raphael Bousso, uno de los investigadores de mayor reconocimiento mundial en las formulaciones y consecuencias del citado paradigma.

Y, por otro, incluso antes de la reunión con Igraine, que me adentrara en el estudio de lo que la propia física y las matemáticas tildan como “dimensiones”, pues sólo así podría entender el funcionamiento de la Tercera Dimensión y el juego en ella del mencionado Principio Holográfico.

Para lo cual se ofreció a prestarme un libro muy singular titulado Dimensionis, que guarda en el “sancta sanctórum” de su biblioteca personal.

Ni que decir tiene que le hice caso en ambos consejos y por el orden que me había indicado.

Así que pronto pude acceder al indicado libro, por llamarlo de alguna forma, ya que su portada y contraportada las componen unas toscas tapas de algún tipo de piel, en muy mal estado, atadas entre sí por uno de sus laterales, engarzando un conjunto de viejísimos legajos escritos por las dos caras y cortados y numerados a modo de páginas.

Descorriendo la lámina de fino cristal que le daba protección, Nimue lo extrajo con mimo de la parte superior de una de las estanterías de madera de ébano que conforman su biblioteca, que sin contar con la envergadura en cantidad y calidad de la de la Reina de las Tempestades, se halla magníficamente surtida.

Al dármelo, me aseguró que su centenar de páginas eran fiel transcripción al latín de una serie concadenada de arcaicos rollos de pergamino, redactados inicialmente en griego, hebreo, arameo y, sobre todo, en eme-ku, el más remoto de los dialectos sumerios.

Habían sido salvados de la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, a donde recalaron dentro del lote de decenas de miles de manuscritos, traídos desde la Biblioteca de Pérgamo (en la actual Turquía), que Cleopatra donó a la institución alejandrina en el año 40 a.c..

Atónito por la información y emocionado por poder disponer de aquella joya, pero lamentando mi ignorancia, agradecí a Nimue su deferencia a la par que le confesaba mi absoluto desconocimiento de la lengua latina, lo que me incapacitaba para disfrutar de sus contenidos.

En ese momento su cara dibujó la mueca entre divertida y traviesa que tan bien yo conocía y que solía ser el preámbulo de algún comentario o iniciativa que ella estimaba jocoso y que a mí raramente me lo parecía.

Sin embargo, en esta ocasión sus palabras me llenaron de alegría:

-Creo que no vas a tener problemas-, afirmó mientras tomaba otro libro, éste de configuración moderna, de una mesita cercana. -Aquí tienes su traducción a tu idioma.

Yo misma me encargué de realizarla hace ya tiempo como deferencia al lugar donde el texto latino fue escrito.

Tuve que pedir permiso para ello a mis amigos de Ávalon, que me autorizaron con la condición de que ni el texto primigenio ni la copia en español abandonaran nunca la Isla-.

Rápidamente abrí el libro original y busqué la cronología de su edición en sus primeras páginas.

Mis ojos no daban crédito a lo que veían: su redacción se había efectuado en Sevilla, mi lugar de nacimiento y residencia, ¡en el año 635!.

Ante mi ostensible extrañeza, Nimue no me dio respiro:

-No tengo ni idea de cómo llegaron hasta él los rollos de pergamino, ni con qué tipo de colaboradores contaba, expertos en lenguas tan antiguas, pero está fuera de duda que el coordinador de su transcripción al latín fue Isidoro de Sevilla, uno de los grandes eruditos de la temprana Edad Media y arzobispo de tu ciudad desde el año 599 hasta su muerte en 636.

Y culminó la obra poco antes de fallecer y tras haber concluido su trabajo fundamental, las Etimologías, colosal compilación en la que sistematiza y condensa todo el saber de la época.

Probablemente, él y su equipo nunca llegaron a comprender sus contenidos, pues la Humanidad ya había perdido los conocimientos imprescindibles al respecto, pero el transcriptor-autor de Dimensionis fue Isidoro de Sevilla, santo y doctor de la Iglesia y, desde 2001, patrón de Internet -.

Pasmado por la causalidad y asombrado por lo que tenía en mis manos, los siguientes Dywrnad los pasé absorbido en la lectura de la versión española, pero con el texto en latín siempre a mi vera, para poderlo tocar, oler,… sentir.

Y consciente de que en algún momento debería devolverlo a su propietaria, opté por realizar un resumen de sus contenidos.

Por su extensión, no puedo recogerlo en el marco de estas Crónicas, aunque sí ofreceros una síntesis de lo resumido.

Para ello me he permitido ciertas licencias lingüísticas, determinadas adaptaciones a la terminología científica moderna y, puntualmente, alguna interpretación o aclaración personal.

Pero, en lo básico, os garantizo que respeta los contenidos transcritos por Isidoro y sus colaboradores.

+Dimensionis

(Síntesis del texto original, adaptada al lenguaje común y a la terminología científica contemporánea)

En recuerdo y honor del Tres Veces Maestro, del Alma Pluriconsciencial de Sexta Dimensión que tras la Gran Caída de la Madre Tierra y la Humanidad se manifestó y encarnó como Hermes, el Inefable Trismegisto.

Fue su Mensaje: “Nada reposa, todo se mueve; todo vibra. Desde el Todo, Eminente Ser Uno, a la modalidad más densa de materia, todo está en vibración.

Todo es Vibración y la Creación se conforma en Dimensiones según los niveles vibratorios en las que el Ser Uno consciencialmente se manifiesta, configurándose en la Matriz del Universo”.

Y tú que accedes a estas palabras, no dejes que se extinga la llama. Sustentada generación tras generación en los Templos Sagrados de los Sacerdotes del Amor, no permitas que se extinga la llama.

Es un hecho casi inabarcable para la mente humana, pero en la Creación proliferan los Multiversos, configurado cada uno por cuantiosos Universos.

Los Multiversos se distinguen entre sí por el grado de complejidad vibracional y dimensional: en los más simples, conviven unas pocas Dimensiones y los distintos Universos que los componen se diferencian tan sólo por las condiciones iniciales; en los más complejos, coexisten muchas Dimensiones y varían la naturaleza intrínseca y las leyes físicas de cada Universo.

Además, en los Multiversos, los Universos nacen a cada instante: no hubo una sola explosión (“big-bang”), las hay continuamente.

Y la experiencia humana se despliega en una pequeña burbuja inmersa en una burbuja mayor dentro de una inmensa sopa de burbujas de infinidad de tamaños.

O, lo que es lo mismo, en una Dimensión de una de las distintas Dimensiones existentes en uno de los muchos Universos que se integran en uno de los numerosos Multiversos que constituyen el Omniverso y la Creación.

La organización subyacente en todo ello es Trascendente (cuántica y subcuántica), de modo que no hay nada superior o inferior, sino interior y exterior.

Desde la óptica del plano humano, lo interior sería homologable a lo superior; y lo exterior, a lo inferior.

La Realidad es que lo interior absorbe a lo exterior en la Unidad, lo superior absorbe a lo inferior en la Unidad, la Luz absorbe a la oscuridad en la Unidad, el Amor absorbe al No-Amor en la Unidad y todo es absorbido en la Unidad por el Amor.

Y existen distintas Dimensiones, de manera que los Multiversos, los Universos y las Dimensiones interaccionan hasta conformar una “Hiper-Matriz” de complejidad infinita.

Por ella fluye Consciencia unificada y Amor en estado puro, que como energía vibratoria se despliegan piramidalmente desde dentro (interior, superior) hacia fuera (exterior, inferior).

Pero, ¿qué son las Dimensiones?.

Pues el grado de libertad para realizar un movimiento en el espacio.

Efectivamente, una Dimensión superior (más interior) supone una mayor toma de Consciencia y, por ende, una “mayor” capacidad para Crear, esto es, para cristalizar (decretar) efectivamente (vibracional y materialmente) la Voluntad, que es la Intención plasmada en Acción consciente.

(Nota personal de Isidoro de Sevilla: Por lo que no le faltaba razón a Cristo-Jesús cuando repetía a cuantos les rodeaban que “nada nos es imposible”.

Así lo expresa en el pasaje narrado por Mateo (17:14-19) donde Jesús apela a la dimensión crística que atesora el ser humano y a la necesidad de que las personas interioricen su divinidad no cual reflexión intelectiva, sino como convicción profunda e íntima que llena la existencia.

Y lo hace mostrando su cansancio ante la pereza y parsimonia que al respecto muestra la Humanidad:

“¡Generación perversa e infiel!. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros?. ¿Hasta cuándo os tendré que soportar?”.

Palabras duras que no evitan que, de inmediato, exprese con un hermoso y sencillo ejemplo lo que está a nuestro alcance:

“Si vuestra fe fuera como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible”).

En este orden, las Dimensiones son los diferentes estados de activación y expansión de la consciencia que se experimentan en el proceso de crecimiento y evolución del alma, lo que la lleva a encarnarse en distintos planos dimensionales.

¿Cuántas Dimensiones hay?.

Según la perspectiva que se adopte, pueden distinguirse unas pocas Dimensiones o varias decenas (la moderna Teoría de Cuerdas contempla entre 10 y 26).

Lo cierto es que postular cualquier clasificación supondría encerrarse en las categorizaciones lineales, parciales y engañosas que abundan en Tercera Dimensión.

Con todo, aún sabiendo lo precedente y dado que las diferencias interdimensionales son de carácter vibratorio, es factible acudir al lenguaje musical para acometer su tabulación.

Concretamente, aunque sea de manera aproximativa, cabe considerar alegóricamente que todas las Dimensiones configuran una octava.

En la notación musical, una octava es la distancia que recorre la escala después de siete pasos desiguales de tono y semitono.

Como los intervalos se cuantifican por una cifra que expresa el número de notas que comprende, incluidas las dos de los extremos, este intervalo se denomina octava (como el archiconocido do-re-mi-fa-sol-la-si-do).

Con este telón de fondo, cabe referirse a ocho Dimensiones, asociada cada una simbólicamente a una nota musical, por más que realmente haya otras muchas dentro de cada una de ellas y que la totalidad -desde la primera a la última, sin exclusión alguna- se encuentren interconectadas y en constante intercambio dinámico y vibracional:

+Primera Dimensión (Dimensión “Do” o “D-Do”) o Consciencia Funcional: Es la esfera vibracional donde el Verbo se condensa y la energía se transforma en materia, por lo que se le conoce, igualmente, como Microcosmos.

Los niveles conscienciales son en ella elementales y prácticamente in-conscienciales o mecánicos, estando ligados al cumplimiento automático y espontáneo de funciones y tareas.

Los minerales y el agua vibran en estas frecuencias, siendo los primeros su aspecto cristalino y el agua su aspecto liquido.

En el seno del cuerpo humano, esta Dimensión se halla presente en los fluidos y las corrientes eléctricas, activa el código genético e impulsa energéticamente el sistema celular.

Tomando al ser humano como ejemplo, “D-Do” equivaldría metafóricamente a la etapa pre-fetal, donde se es, por encima de cualquier otra cosa, un conjunto de potencialidades con un programa de división celular y mantenimiento de funciones.

+Segunda Dimensión (“D-Re”) o Consciencia Grupal: Se desenvuelven en ella las experiencias vivenciales de la mayoría de plantas, animales y formas animadas semejantes.

Las vibraciones de esta Dimensión propician las fuerzas primarias de la Naturaleza e impulsan la variedad y la identidad biológica en todos los Universos, aunque en cada uno según sus propias pautas y modalidades de vida, manteniendo la unión entre las especies, fijando los campos que interconexionan a los miembros de cada una y permitiendo que sus componentes se reconozcan para vivir en común y cumplir funciones reproductoras.

Aquí la consciencia carece de referencias temporales y espaciales y continúa rayando en la inconsciencia, en cuanto a que la pertenencia al grupo se asume de manera innata, no como consecuencia de un acto de voluntad consciente, y hay ausencia de diferenciación individual o auto-reconocimiento.

Siguiendo con el ejemplo del ser humano, “D-Re” es comparable con la etapa fetal, en la que se flota en el seno materno siendo uno con el entorno en un estado no egóico y sin noción temporal ni espacial.

+Tercera Dimensión (“D-Mi”) o Dimensión Uniconsciencial: En ella se inserta, entre otras muchas, la experiencia humana y el planeta Tierra.

En “D-Mi” se desarrolla la identidad individual y el auto-reconocimiento, pasando el sentido grupal a un plano secundario.

Se crean así las condiciones propicias para que surja la consciencia, en sentido estricto, que faltaba en las dos primeras Dimensiones, si bien es de perfil uniconsciencial y, por tanto, muy menguada y constreñida.

Es como percatarse de la existencia de uno mismo y de la Creación, pero contemplando y filtrando todo por la pequeña mirilla de la propia identidad física, en la que la mente ocupa un lugar destacado.

La consecuencia es que se llama realidad a la interpretación subjetiva y mental de lo Real, cuya auténtica naturaleza y envergadura queda fuera de la capacidad de percepción.

La Tercera Dimensión se configura, así, como un ámbito de intersección e interactividad entre las Dimensiones esencialmente físicas (Primera y Segunda) y las puramente no físicas (Quinta y sucesivas), lo que es la razón de ser de que “D-Mi” sea una gigantesca Matriz (holográfica) en las que modalidades de existencia como los seres humanos despliegan experiencias vitales y espirituales que posibilitan la toma de consciencia a cerca de uno mismo como individuo (ego, personalidad) en la suposición de “vivir” singularmente, particularmente, fragmentadamente, ajeno a la íntima Unidad de lo que Es.

De hecho, esta es la Dimensión donde la idea ficticia de separación de la Unidad alcanza su máxima expresión, si bien esto es, a la par, lo que permite la aparición de la consciencia, aunque se encuentre atada a los dualismos y dicotomías derivados de la afirmación egóica del “yo”, que conlleva la confrontación con lo que es “no-yo” u “otro”, y a una percepción lineal del tiempo (pasado-presente-futuro) y el espacio.

En el ejemplo de los seres humanos, empiezan a vivenciar esta Dimensión a los pocos meses del nacimiento -cuando el bebe se concibe como “yo” (por tanto, frente al “otro”), comenzando a expresar deseos y a forjar su ego y su personalidad- y, en bastante casos, se mantienen en este nivel consciencial el resto de su vida física.

+Cuarta Dimensión (“D-Fa”) o Consciencia Arquetipal: Presenta analogías con la Tercera, en cuanto continúa rigiendo la experiencia uniconsciencial.

Sin embargo, aquí ya no es egóica y ahonda en la consciencia de unidad.

Para ello, “D-Fa” se conforma en Escenario Trascendente (cuántico), pues la perspectiva uniconsciencial puede experimentar simultáneamente en él diferentes alternativas y posibilidades vivenciales, lo que fomenta la paulatina expansión de la consciencia hacia modalidades pluriconscienciales que abren las puertas, como se verá de inmediato, a otras Dimensiones.

Esto significa que en la Cuarta conviven las nociones de pertenencia grupal, por un lado, y de individualidad, por otro, existentes en la Dimensiones Segunda y Tercera, aunque con características distintas.

Específicamente, en lo que a la pertenencia grupal respecta, ya no es inconsciente, sino que trasciende lo grupal cual especie biológica para alcanzar un estadio en el que se constata como las acciones de cada cual afectan a la Totalidad.

En cuanto a la individualidad, se mantiene la experiencia de vivir en un cuerpo (la Cuarta es la última Dimensión en la que esto sucede), pero el yo no se liga a lo físico, sino a lo arquetípico -emociones, sentimientos, sueños,…-, desarrollándose la empatía, la telepatía, la sincronicidad (constatación del papel de las causalidades, del principio de causa-efecto y de la Providencia), la capacidad de afectar y hasta moldear la realidad física y una visión del tiempo no lineal, sino en oleadas cíclicas o en forma de espiral.

+Quinta Dimensión (“D-Sol”) o Dimensión Pluriconsciencial: Es la primera Dimensión estrictamente energética, no física, y escapa a cualquier conocimiento intelectual y mental humano.

En ella se empieza a vivir la experiencia de conexión íntima y existencial con el Todo, con la Fuente y su Sabiduría, lo que permite acercarse a lo Real.

Tal experiencia ostenta tres importantes consecuencias. Por un lado, se diluye cualquier noción de individualidad, sea física (Tercera Dimensión) o arquetípica (Cuarta).

Por otro, se transita de una visión uniconsciencial (la pequeña mirilla de la propia identidad) a otra donde la consciencia individual propia de las Dimensiones precedentes se contempla integrada en un Ente energético y vibracional pluriconsciencial (como si oteara a través de múltiples mirillas), de modo que la existencia que en las Dimensiones anteriores se hubiera calificado de individual, se contempla aquí como una manifestación consciencial más de las múltiples que ese Ente despliega, por mas que las diversas manifestaciones conscienciales no mantengan entre sí una conexión consciente y esté limitada su capacidad de movimiento interdimensional. Y, por fin, el tiempo se percibe como un continuo en el que sólo existe el ahora eterno.

+Sexta Dimensión (“D-La”) o Consciencia Multidimensional: Al igual que la Cuarta y Tercera Dimensión, no siendo homólogas, sí ofrecen analogías debido al juego en ambas de la perspectiva uniconsciencial, la Sexta y Quinta, no siendo semejantes, si presentan analogías dado que en las dos se despliega la experiencia pluriconsciencial, que en “D-La” adquiere connotaciones multidimensionales.

En concreto, con el devenir en esta Dimensión culmina la conexión con el Todo y su Sabiduría, provocando la desaparición de cualquier concepto o noción de identidad, sea personal (individualidad física, arquetípica o existencial) u ontológica (idea de ser en cualquiera de sus posibles variantes), y la expansión de la consciencia pluriconsciencial, que se hace más compleja y completa y adquiere libertad y poder para moverse y fluir multidimensionalmente.

Por ello, por vez primera en el discurrir por las Dimensiones, Ser equivale a No-Ser, contemplándose la existencia cual manifestación consciencial de un Campo o Macro-Vórtice energético, integrado absolutamente, a su vez, en el Hiper-Campo Crístico o Espíritu divino, que se desenvuelve de manera multidimensional y más allá de cualquier limitación temporal, espacial o existencial, en numerosas manifestaciones conscienciales.

La conexión entre éstas sí logra aquí, a diferencia de en “D-Sol”, una interconexión plenamente consciente e interdimensional, por distintos que sean los planos en los que desenvuelven sus experiencias.

+Séptima Dimensión (“D-Si”) o Consciencia Unificada: Es la frecuencia Omega (Crística o Búdica).

El Espíritu, que siempre ha sido tal en cualquiera de las Dimensiones y modalidades de vida y existencia, “regresa al Hogar”.

Aquí no hay Entes, ni Campos energéticos, por pluriconscienciales o multidimensionales que sean, sino única y exclusivamente el Espíritu emanado del Ser Uno, sin división o fraccionamiento consciencial alguno y con toda su potencia creadora.

El proceso de evolución del Ser y el Todo se experimentan como Uno hasta un nivel que no puede ser descrito con palabras.

Amor, Paz Absoluta, Silencio Profundo, Consciencia Perfecta, Concentración Completa, Quietud y Movimiento, Todo y Vacío y Ser y No-Ser son atributos de esta Dimensión, en la que todo es Creación Creadora.

Sobre la triada Unidad – Consciencia – Amor, se crean y generan aquí los patrones y matrices de luz y creadores de vida que en otras Dimensiones, como la Tercera, se manifiestan y materializan en las formas geométricas y energéticas y las redes que conforman la Geometría Sagrada.

+Octava dimensión (“D-DO”) o Absorción: La integración es total y el Espíritu es absorbido en el Ser Uno.

Todo es Él: Él es todas las Dimensiones y subdimensiones y cada una en particular (retomando el ejemplo, Él es la octava musical, en su conjunto, y, por ende, cada nota musical y todas a la vez); y Él es la experiencia consciencial que se expresa y desenvuelve en infinitas experiencias y manifestaciones conscienciales que fluyen por las Dimensiones, los Multiverso y la Creación.”D-Do” es la Fuente, en toda su Pureza. No hay formas, sólo Amor; no hay “estar”, sino “Ser”, que indisolublemente es también “No-Ser”.

Es lo Absoluto y lo Indeterminado: Todo y Vacío, Ser Uno (Nota de Isidoro de Sevilla: Concluye en esta Dimensión el proceso descrito en la parábola del sembrador de Cristo-Jesús: el fruto de la semilla, tras un colosal recorrido experiencial, consciencial y multidimensional que acontece en un momento presente continuo en lo que lo eterno se desenvuelve, es el propio sembrador, sin separación ni disociación posible. No hay vuelta al Hogar, pues Todo, sin excepción, es el Hogar).

Dixit Dominus
+++++++

carrillo dos

Espero que hayáis disfrutado de los contenidos de esta breve síntesis de Dimensionis.

En la próxima Crónica os daré cumplida cuenta del encuentro que, tras el estudio de tan antiguo texto y siguiendo lo aconsejado por Nimue, mantuve con Igraine a propósito del Principio Holográfico.

Posteado por Oliver Mora.

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