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sábado, 12 de enero de 2013

Tiempo Para El Cambio DESPERTANDO Enrique Castillo Rincón, La Historia Verídica, De Un Hombre Contactado.- Parte 11- EL SHANGRIL-LA DE LOS ANDES ( Los 318, En El Alto Perú)


11-01-2013

Mientras se desarrollaban las reuniones, con el grupo de los 12, el ICIFE se veía inundado de gente de todo tipo y clase.

Las conferencias se seguían dictando. El Dr. Clemente Garavito, director del Planetario distrital, persona muy querida y respetada, en el campo de la astronomía en Colombia, hacia presencia en el Instituto para dictar conferencias sobre éste apasionante tema.

Mi amistad con el Dr. Garavito, nos llevó a presentarnos en televisión en un programa muy simpático conducido por Harvey Caicedo.

Durante el desarrollo de dicho programa, Harvey preguntó, sobre el mecanismo, para darse a conocer, los extraterrestres.

Yo respondí inmediatamente: los apagones. Cité el de Nueva York, en el año 1965 y otros, en las ciudades capitales, de varias partes del mundo.

El programa terminó a las 7:30, si mal no recuerdo, era de media hora. Clemente, en su carro, me dejó cerca de mi casa, y él continuó su rumbo.

A las 8 de la noche se produjo el apagón en todo Bogotá. Sonó el teléfono, era Clemente Garavito, indicándome, que vecinos y gente, decían, haber visto Ovnis, sobre Bogotá.

Subí inmediatamente, con Gloria, a la terracita, y pudimos observar, lo que parecía ser un Ovni, pues se desplazaba lentamente de sur a norte.

Definitivamente no era un avión y menos un satélite, pues no tienen esa trayectoria.

El teléfono volvió a sonar una y otra vez, personas, dando información, de haber visto, dos, cuatro, y hasta cinco en formación.

La prensa daría, al día siguiente, la noticia, “Ovnis sobre Bogotá”. La oficina de “Energía Eléctrica” no supo dar una explicación coherente.

¿Fue una “coincidencia”, mi declaración de los apagones; ellos captaron la emisión de TV, y lo confirmaron?

Vale decir que el ICIFE contaba, entre otros, con unos mil afiliados, en todo el país, y algunos en Ecuador, Costa Rica y Venezuela; personas de las más diversas profesiones y oficios.

El 30% eran mujeres, muy interesadas en estos temas. La cuota fijada, por la junta directiva, era de $150.00 pesos colombinos mensuales.

Era increíble, pero, solo unos 25 afiliados pagaban su cuota mensual cumplidamente. Algunos llegaron a debernos hasta casi dos años.

Lo poco que recibíamos, solamente alcanzaba, para pagar, las estampillas de correo, y contestar, la multitud de cartas, que nos llegaban, de todo el país y del extranjero.

Rifas, recolectas, exposiciones de pinturas, conferencias y cursillos, nos permitían mantener la casa sede del ICIFE, pagar empleados, y mantenerme yo, a duras penas.

Contábamos ya con revistas, folletos y recortes de prensa de casi todo el mundo. Una buena biblioteca, que en su mayoría, eran libros míos, donados al ICIFE, para que la gente, sobre todo los afiliados, se documentaran.

“Misteriosamente”, los libros y revistas, se fueron mermando, como si un poder “extraterreno” los hiciera desaparecer.

Valga decir, que tomamos la decisión de no prestar mas libros, pues no regresaban, casi nunca, a nuestras biblioteca. Pasaban las semanas, y meses, de manera rápida.

Me vi obligado a viajar a Venezuela, por dos razones, muy claras para mí. La primera, despertar, en el publico venezolano, la conciencia, sobre el Fenómeno Ovnis, y los Hermanos Mayores.

La segunda, necesitaba ganar algún dinero para mi, por la moneda dura del Bolívar (unidad monetaria de Venezuela) que se encontraba al cambio, muy favorable, de 16 pesos por Bolívar.

Me alojé en Caracas en un Hotel (Cero estrellas), de nombre “Hotel Lincoln”, en El Silencio (centro de Caracas) entre Miracielos y Hospital, calles muy conocidas en el centro de la ciudad.

Hotel de tipo familiar. Me daban la comida incluida en el precio de mi pequeña habitación.

En tanto, Gloria en Bogotá, avanzaba en su embarazo. Todo indicaba que estaba próximo el nacimiento de nuestro primer hijo.

Conseguí en la urbanización Chacao, un salón, de un Colegio, de nombre “San Ignacio de Loyola” de padres Lasallistas.

Allí, iniciaría mi primer cursillo, a Bs.100.00 por persona que me servirían para pagar hotel y comida.

Trece personas se matricularon en este primer cursillo. Duraba 8 días, dos horas diarias, empezando a las 6: p.m.

Se acercaba navidad. Lo inicié un día 18 de diciembre y debía terminarlos el 27, salvando el día 25.

Los alumnos habían aceptado las fechas con mucho entusiasmo. Querían conocer de cerca, a un “contactado” con extraterrestres.

El día 23 en la noche, estando dormido en mi hotel. Vino una comunicación, eran las 23 Horas.

Los extraterrestres me indicaron dirigirme, a un lugar específico en la madrugada. Me quedaban pocas horas y no tenia como avisar a los alumnos del curso.

Me levanté, y avisé, a la recepcionista de turno, mi salida a las 3 de la mañana, urgentemente, le solicité, que por favor, me avisara, por si me quedaba dormido.

Llegada la hora me dirigí en un taxi al lugar del encuentro. Me advirtieron de no llevar cámara fotográfica ni grabadora, que podría durar 5 días fuera.

¿A dónde me llevarían todo ese tiempo? Yo creía que iba para algún planeta cercano. ¿Cómo seria? Con la excitación, y a la vez angustia, contraté un taxista al frente del hotel.

Eran casi las 3 de la mañana, nos dirigimos hacia un pueblito llamado “El Junquito”, lugar turístico, antes de llegar a la Colonia Tovar, a unos 25 kilómetros de Caracas.

Se llega a un desvío, antes de la Colonia Tovar, carretera a Carayaca. El taxista mostró, en un principio, un poco de desconfianza. Era madrileño (España).

Al final, entablamos una buena charla, sobre diversos temas. Cuando llegamos al lugar convenido, me bajé del taxi, cancelé la carrera, y le di una propina extra.

Eran las 4:11 a.m. el frío de la zona era fuerte. Caminé medio kilómetro más, y me interné en la hondonada. Esperé la hora convenida, 4:30 de la mañana.

Una nave, salida de la nada, se balancea a escasos metros del suelo, con una luz tenue, que tímidamente, enfilaba debajo.

Esta nave, si es el típico “Platillo volador”, de unos, seis a siete metros de longitud, y unos tres metros de altura, incluyendo su cúpula.

Con una asombrosa simetría en toda su estructura, se desplazaba armoniosamente, con un balanceo, sin emitir ningún sonido.

Las sombras de la noche, se tornaban cómplices, del ingenio volador. Se detuvo, a unos 40 metros, de donde me encontraba, y descendió un trípode sustentador.

Debajo, apareció una escalerilla, y de él, algún navegante. Me hizo señas para que me acercara. Miré mi reloj, eran las 4:27 de la madrugada, del día 24 de diciembre de 1974.

Mientras me saludaba con Ciryl, quien fue, el que bajo de la nave, me informó, que íbamos rumbo, a una base, en Los Andes, donde se nos daría la información prometida, en uno de los contactos telepáticos, meses antes.

Khrunula, y otro nuevo, que no conocía, y no he podido recordar, cómo se llamaba, estaban abordo.

Mientras la nave se dirigía a su destino, en Bogotá, nacía, a la misma hora, sin yo saberlo, mi primer hijo con Gloria.

Así lo pude comprobar después, por una llamada telefónica, que le haría a Gloria, a Bogotá, desde Caracas, el día 19 de Enero, de 1975.

Orhion Yamaruch (así lo baustizamos), nació a las 4:33 a.m. del día 24 de diciembre de 1974.

Después, meses después, nos acordaríamos, como ORHION nos dijo, que nacería, entre el 23 y el 25 de diciembre.

¿Cómo y por qué medios, pudieron saberlo, con tal precisión? Estábamos llegando, a nuestro destino en los Andes.

Una ciudad, en medio, de los altos y milenarios Andes, de América del Sur. Creí en verdad, encontrar una ciudad, en cambio, era un pequeño poblado, con una magnifica extensión, como comprobaría, en pocas horas.

¡El vuelo duró, solamente, 20 Minutos! ¡Miles de kilómetros en ese tiempo! ¡Era Increíble! Y como siempre, a bordo, no sentí, un solo movimiento o malestar.

Esa vez, me extrañó, no me habían “atomizado”, como las dos primeras veces. Me olvidé, preguntarle, el por qué, y mientras divaga, Ciryl exclamó:

-“Mira Enrique!- Abajo, los majestuosos Andes, y en la cumbre, de uno de ellos, a través de la pantalla, se observaba claramente, las estructuras, de las construcciones.

Ciryl me informó, que los pobladores, le llaman, el Vórtice de Los Andes. -¿Que pobladores?- pregunté yo.

-Si enrique, al momento, viven, exactamente, 318 personas, que durante muchos años, hasta familias enteras, han sido contactados, y traídos, voluntariamente.

Aquí viven, trabajan, estudian, y aprenden. Se les enseña, sobre los grandes acontecimientos, que vivirá, la raza humana, las enseñanzas de la Ley, para que ella prevalezca.

Muchos de ellos, estarán capacitados, para ayudar, llegado el momento. Nadie se enterará, de quienes los instruyeron y de donde, además, nadie les creería, mas bien, seria peligros para ellos.-

Este lugar, a unos 3,200mts, sobre el nivel del mar, esta ubicado, entre dos grandes montañas, que protegen, de forma natural, de las ventiscas y heladas, a esos parajes, y es conocido, también, como Alto Perú.

A mi me pareció, posteriormente, por varios datos recogidos, que ese lugar, esta más cercano, del territorio de Bolivia que del Perú. El aterrizaje se produjo, cuando todavía, no había amanecido.

Era, impresionante ver, cómo la nave, voló, por un solo memento, entre los más, empinados ríscos, para depositarse, suavemente, en una plataforma, que a sus vez, se deslizaba, hacia, dentro de la montaña, quizás, sobre algo hidráulico, con su singular carga, penetraba, en un túnel horizontal.

Oliver Mora.

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