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sábado, 12 de enero de 2013

Tiempo Para El Cambio DESPERTANDO Enrique Castillo Rincón, La Historia Verídica, De Un Hombre Contactado.-Parte 12- EL SHANGRIL-LA DE LOS ANDES (Vida Sencilla, Alta Tecnología)


11-01-2013

Fuimos caminando hasta una oficina donde me pidieron que me despojara del suéter y la camisa.

Lo que más, llamó mi atención, era la temperatura, imaginé unos 16 grados, acostumbrado a vivir en Bogotá, por tantos años. Lo confirmaría posteriormente. Al día siguiente.

Quienes ahora se alistaban a hacerme un rápido examen, no eran extraterrestres, eran personas comunes y corrientes, con la salvedad de que había unos aparatos, para mi desconocidos.

Por lo demás, el primer examen de rutina: corazón, pulso, pulmones, reflejos, visión, oído, etc. Me preguntaron la ciudad de procedencia y consultaron con una lista.

Escribieron algo y me preguntaron si había traído grabadora o cámara fotográfica, dije que no. Me pidieron quitarme el reloj momentáneamente.

Me colocaron un cinto color amarillo en la muñeca izquierda, y el reloj, pasado ahora a mi derecha.

Al concluir el examen, otro terrícola me llevó para el sitio, que seria mi habitación, durante mi permanencia en ese lugar.

Cuando Salí, alguien vino rápido detrás de nosotros. Me pidieron devolver el cintillo amarillo, y en cambio me colocaron uno verde.

Al parecer hubo una equivocación, explicándome que ese cintillo tenía que ver con el tipo de alimentación que debía tener.

Finalmente, fui llevado, a mi momentáneo dormitorio, saliendo, del cómodo, y bien aireado subterráneo, por donde entramos. Allí, en mi dormitorio, me recosté en una sencilla, pero cómoda cama.

Creí, vería una ciudad del futuro, pero, las construcciones que observé, eran de madera: tipo cabaña canadiense, con troncos y madera, muy bien cortados y pulidos, pero rústico.

El piso por donde caminé, para llegar a mi dormitorio, era de madera pulida.

La tremenda cabaña rectangular por uno de sus pasillos, tenía dispuestos, los dormitorios, tipo hotel, osea, a la derecha, varios dormitorios individuales, y a la izquierda, la misma disposición.

Obviaré dar otros destalles, que me desviaría de lo más importante. Hasta éste momento, pensé, era el único llevado al Vórtice. Cuando llego la hora del desayuno, me llamaron, pero no había podido dormir.

Tenia una inquietud, sobre el por qué, me llevaron tan lejos, y que “misión” me irían a asignar. Eran las 6:45 a.m. ya tenía mas de dos horas allí, el hombre que fue por mi, era, seguramente, de descendencia incaica.

Le seguí, y me llevó al comedor. ¡Que sorpresa!! Allí esperaban, otros 6, que habían llegado antes que yo.

Otros se unirían al grupo, en cuestión de una hora. Esos “contactos” venían de 19 países diferentes, 11, éramos latinos, y una sola mujer, entre 24. La presentación se hizo, señalando, solamente, el país, del cual procedíamos.

Los nombres, era mejor ignorarlos. Ahora sabía, el por qué, de los cintillos de color, los otros también los tenían, estos variaban de color y algunos se repetían.

La razón era la siguiente: debíamos ingerir, solo alimentos, de las fruteras y recipientes, con una banda, del mismo color, del que cada uno portaba.

El instructor 1 (eran 4), nos informó, que de acuerdo a la zona geográfica, de cada uno, nos habían preparado los alimentos.

La ionización en los mismos era diferente,- dijo-, de una ciudad, al nivel del mar, a otra, a 2.000 mts sobre el nivel del mar.

De ésta manera, se evitaba la posibilidad, de alguna enfermedad, por desbalance iónico, en los alimentos. Otro, de los problemas difíciles de manejar, fue la altura.

Yo era, uno de los cuatro, de mayor edad, pues los demás eran, más jóvenes, a diferencia de algunos, les dieron oxigeno, cuando llegaron, hasta que se normalizaron.

Particularmente, yo sentí, un poco de presión de la altura, llamada “soroche”. Nos sirvieron leche tibia, me pareció que era de cabra, pan de miel, y pasas, y unos panecillos caseros, que emanaban, un riquísimo olor, a recién horneado.

El instructor nos llamó la atención, desde la cabecera, de una de las dos mesas, yo estaba sentado, en el lado lateral.

Explicó las razones de porque estábamos allí. A cada uno de los presentes le darían una información reservada.

Los informes debían utilizarse con un prudente manejo, y cuidar muy bien, a quien se le hablaba, al respecto, o se le daba, la información escrita. Serias advertencias serian confirmadas mas tarde.

El instructor nos informó, que graves acontecimientos, estaban sucediendo, en varios campos, que llevarían al planeta, con sus pobladores, a vivir, acontecimientos funestos, de varios órdenes.

Nuestra presencia, en aquel lugar, obedecía a la necesidad, de transmitir al público, a través, de diferentes medios, los sucesos, que se irían desencadenando, hasta culminar, en varios eventos, de diverso orden.

Por razones personales no haré una secuencia de las calamidades reseñadas por los Instructores.

Ellos, habían obtenido, a través de muchos años, la información, de cómo se desencadenarían tales sucesos.

Tenían, una visión muy clara al respecto, las otras personas, sentadas allí, también lo sabían.

Los extraterrestres, a través, de una adecuada información científica, y documentada, habían trasmitido, ésta asombrosa información.

A nosotros no nos pusieron al corriente de todo. Algunos informes tenían que ser obviados. Solo en caso de emergencia, serian entregados, ahora, por contacto personal.

El instructor dejaba ver, entre líneas, que la determinación final, la tomaban los Pleyadinos.

También nos aclaró, que la información, que por el momento, no obtendríamos, era, para preservarnos de algún peligro. El dialogo se desarrolló por “inducción telepática” del instructor.

Nos dijo que era una técnica obtenida, de muchos años de aprendizaje, ya que de ellos (los instructores), solo uno, tenía dotes naturales, que habían sido pulidos por los extraterrestres.

De ésta manera, culminó, la presentación de todos. Después caminamos, recreando la vista, en el maravilloso lugar, enclavado en Los Andes.

Escuchamos el ruido del viento, que en cierto lugar, silbaba, de manera impresionante, sintiendo un aire, que calaba las entrañas.

Observamos, un gran aparato, que sobresalía de un farallón, con latas y cristales. Nos dicen que así captan la energía (¿solar?), para toda la comunidad.

Sin embargo, existe otra fuente diferente de energía, para aparatos diversos, en toda la población y la iluminación.

Una, de las fuentes de energía, servía para mantener, a manera de cúpula, o “campana magnética”, el camuflaje de la base, y también, la temperatura primaveral de la zona.

Lo sabia, yo lo estaba viendo. Era el uso inteligente, de la tecnología, en beneficio de todos. Vimos, sembrados de legumbres, fresas, y otras especies de verduras, y frutas.

Anteriormente, había observado, frutas propias, de climas templados y tropicales, en la mesa del desayuno.

Me pregunté a mi mismo: ¿Cómo y quien les proveía de piñas, cocos y naranjas? Todo era, bajo un orden común.

Los pobladores, trabajaban, estudiaban, investigaban, y aprendían. Conocían la historia, mejor, de lo que se enseña, en colegios y universidades.

Pensé: ¿Como me acloparía, si me mudara, a vivir, allí con ellos? Llegó la hora de descanso.

Por momentos durmiendo, o solo apoltronados, en las cómodas mecedoras, del corredor de la gran cabaña.

El olor, de las hermosas crisantemas, violetas, y no me olvido de ello, daban, un gran ambiente de paz y tranquilidad, como si el mundo se hubiera detenido allí, alejados de todo ruido y prisas diarias, entrábamos, sin darnos cuenta, en un mundo imaginario, propio, sólo, del “Shangri-la” de la novela.

El almuerzo fue una delicia, compuesto de una gran variedad de legumbres y verduras, con un remate de frutas.

El instructor nos pidió observáramos bien los cubiertos, ¡Eran de Madera! Explicó, que cada uno, tomara, de las viandas marcadas, con el color del cintillo, fijado a nuestra muñeca izquierda.

-Como podemos observar, – dijo – el tomate, y el pepino, están con la piel completa. Al servirse, córtenlo con el cuchillo de madera. Igual para todo alimento que vayan a consumir.

Esto se debe, que al cortarlos, en forma tradicional, con un cuchillo de metal, al hacer contacto con estos, se produce, un cambio, a nivel químico, ocasionando, con el medio, una perdida de su fuerza vitamínica.

Con el de madera, conserva todo, su estado natural, sin cambiar.- ¡Maravilloso!- decían algunos.

Se nos advirtió, que al día siguiente, en horas de la mañana, presenciaríamos un evento especial.

Un ser muy importante, iba a dirigirnos la palabra. No debíamos interrumpirlo, aplaudir, ni hacer preguntas.

Solo debíamos escucharlo, toda la población, de la base, iba a esta presente. No identificó al personaje.

Nos hizo la advertencia por segunda vez. Todo quedó aclarado. Nos retiramos, a intercambiar impresiones, de los más variados matices.

El Mexicano, médico de profesión, era muy alegre, diría que hasta chistoso, con los otros, nos comunicábamos con señas, y medio ingles.

Nos producía risa, la situación. Entre los latinos, sólo, con los dos brasileños, tuvimos un poco de tropiezos idiomáticos.

En la tarde, ya descansado, me fueron a buscar a mi habitación. Era el mismo indígena que vi al llegar. Me llevó a una salita agradable, sencilla y cómoda. Ciryl apareció sonriente.

Oliver Mora.

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