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miércoles, 30 de enero de 2013

Las Crónicas De Avalon, Parte 5: Viaje Al Centro Galáctico Y A Mi Interior, Emilio Carrillo – Viaje Al Centro Galáctico Y A Mi Interior


La velada en casa de Nimue que os relaté en la Crónica precedente dejó una fuerte huella en mi interior.

Durante días, Iapetus, Nibiru, los nefilim, el Sol y su compañera Soldwarg agitaron mi mente y mi alma. Se me aparecían incluso en sueños y llegue a temer que se convirtieran en algo obsesivo.

Como consecuencia de esta ansiedad y también porque intuía que era el mejor medio de superarla, abordé a Merlín en la primera oportunidad que se presentó, compartiendo con él lo hablado con Nimue y rogándole que me explicara lo que ella me había adelantado para, finalmente, remitirme a él como verdadero experto en el tema.

No sé por qué, pero intuía que conversar con el Gran Mago no sólo me aportaría nuevos saberes, sino que, muy especialmente, me devolvería la serenidad.

Fue una mañana de cielo limpio y azul, viento calmado y temperatura propicia para un paseo largo y sosegado.

Sin embargo, me hallaba voluntariamente enclaustrado en mi habitación escribiendo unos apuntes –Variaciones, los he denominado- a propósito de dos obras centradas en la práctica de la meditación contemplativa, ambas anónimas inglesas del siglo XIV, que habían llamado mi atención en la biblioteca de la Reina de las Tempestades: La Nube del No-Saber y el Libro de la Orientación Particular.

En un descanso del trabajo, me asomé al ventanal que ilumina mi aposento para disfrutar del paisaje y divisé la figura de Merlín caminando pausadamente, pero a pasos largos, como acostumbra, en dirección al océano, que dibuja su estampa cerca del castillo donde los dos residimos durante nuestra estancia en Ávalon.

Sin pensarlo dos veces, abandoné cuanto tenía entre manos y salí disparado de la habitación dispuesto a darle alcance antes de que su rastro se perdiera en uno de los muchos recodos y vías alternativas que adornan la costa. Cuando logré tenerlo a tiro de piedra, grité su nombre:

-¡Merlín!-, me salió con tintes jadeantes, pues, más que andar, casi trotaba en mi afán de reducir su ventaja.

De inmediato y sin dejar de caminar, giró su marcha 180 grados, orientando su rumbo en dirección a mí.

Tuve la certeza de que, antes de que lo llamara, sabía de sobra que lo seguía.

-Buenos días, Emilio. Qué alegría verte-, me saludó agitando el largo bastón de madera de almez que asía con su mano derecha, mientras descansaba la otra en la parte de arriba de una especie de zurrón pardo que colgaba de su hombro izquierdo.

-Has aparecido justo cuando pensaba lo bien que me vendría compañía en la ruta por los acantilados a la que quiero dedicar la mañana. ¿Te apetece venir conmigo?-.

-¡Claro!. Hace unos días que deseo charlar contigo. Te he visto desde mi cuarto y no he dudado en salir detrás tuya.

La senda de los acantilados es un marco idóneo para plantearte algunas preguntas derivadas de una reciente conversación que he mantenido con Nimue-.

-¡Pues a qué esperamos!-, exclamó con voz muy alta.

El litoral de la Isla de Cristal experimenta una curiosa transformación a la altura del Castillo de las Reina de las Tempestades.

Hacia el norte de la teórica línea recta que conforma con el mismo, se extiende una alfombra de playas lisas y suaves y arenas blancas que se prolonga durante kilómetros.

En cambio, hacia el sur, arranca de improviso una batería de elevados acantilados por cuyos enfilados bordes es posible pasear, oteando pequeñas calas de acceso imposible, salvo para las gaviotas, y, sobre todo, espectaculares desprendimientos que, al caer a las aguas marinas, han formado numerosos islotes, de muy diversos tamaños, con grandes rocas diseminadas que salpican la costa.

Impresionantes vistas jalonan todo el recorrido que se desenvuelve durante cuarenta kilómetros, aunque Merlín había previsto una ruta de ida y vuelta hasta el Templo de la Roca, un antiquísimo lugar de culto druida colgado sobre uno de los acantilados y a poco menos de siete mil metros de distancia.

-La marcha hasta el Templo es muy segura, a pesar de lindar con los desfiladeros-, fue Merlín quien inició la plática. –No obstante, no te asomes demasiado a los bordes, porque la piedra es porosa y en cualquier momento se puede desprender.

Y ten en cuenta que a veces las piedras, debido a la erosión del mar, que ha penetrado por el subsuelo, se desprenden hacia el interior, conformando lagares, es decir, hondos agujeros. Algunos son enormes. Pero otros son pequeños y apenas se atisban-.

Absorto en el camino, viví aquel presente disfrutando de la belleza que penetraba a raudales por mis ojos y del profundo sonido y olor a mar que impregnaban el ambiente.

El Sol refulgente, el cielo abierto en canal de luz, el azul oscuro, casi añil, de un océano que simulaba ser infinito, las altas olas que parecían nacer por arte de magia en la lejanía del horizonte, el bailar de cientos de gaviones (gaviotas de la especie Larus Marinus, me informó Merlín) planeando su vasta envergadura sobre nuestras cabezas, la hermosa vegetación de mimosas que se deslizaba por los barrancos, pequeños tejones (aquí los llaman tasugos) que a veces mostraban entre las plantas sus prominentes hocicos,… .

Todo era un pletórico regalo de la Naturaleza que, siendo la vida misma, cantaba con energía a la vida.

Casi sin darnos cuenta, llegamos al Templo de la Roca, donde Merlín propuso que descansáramos un rato y aprovecháramos para tomar un tentempié.

Nos sentamos en el amurallamiento que hace de linde del recinto por el lado en el que se asoma en altura al mar.

El Gran Mago depositó con cuidado en el suelo el zurrón que traía consigo y extrajo de él dos pequeñas garrafas de barro, como de un litro de capacidad cada una:

-Es la mejor cerveza que beberás en tu vida-, me indicó a la par que me ofrecía una de las garrafas. –Me ensañaron a fabricarla hace varios siglos unos monjes germanos.

Como los antiguos babilonios y otras culturas arcaicas, estos clérigos consideraban a la cerveza una bebida sagrada.

Está hecha con mucho lúpulo, lo que no sólo le da sabor y consistencia, sino que, además, contribuye a la longevidad. Aunque esto, a mí, no me hace falta, ja, ja, ja…-

Como siempre, su risa era franca y estridente; y la cerveza estaba espléndida. Con su sabor en la boca y su influjo en la mente, creí llegado el momento de abordar a Merlín con las diatribas que pululaban en mi interior. Antes mis preguntas, él fue directo al grano:

-Empezando por los nefilim o anunnaki, estos, efectivamente, llegaron a la Tierra desde Nibiru, pero sus ancestros remotos procedían de Orión, lo que explica que algunos pueblos antiguos los denominaran también Uros.

En cuanto a la manipulación genética que llevaron a cabo sobre primates hominoideos, es crucial que sepas que fue contemplada con suma atención por otras civilizaciones extraterrestres con una evolución espiritual muy por encima de la de ellos y una visión de la ciencia fundamentada en esa misma espiritualidad, por lo que su tecnología era, lo es también ahora, de perfil interdimensional, exponencialmente superior a la derivada de cualquier clase de avance “técnico”.

Específicamente, el experimento de los nefilim fue observado muy de cerca por seres de Sirio, la quinta estrella más cercana a nuestro sistema solar, aunque realmente es una estrella binaria, Sirio A y Sirio B.

Se trató, en concreto, de seres a los que los Anales que custodiamos en Ávalon dan el nombre genérico de Hab, provenientes del tercer planeta de los que giran en torno a Sirio B.

Y su interés no fue fruto de la curiosidad, sino que obedeció a una razón de indudable calado-.

Merlín se calló de improviso. Bebió un largo trago de cerveza, se mesó con parsimonia su barba nevada por el tiempo y fijo la mirada en el océano.

Tuve la seguridad de que esperaba que yo continuará su línea argumental. Pero era la primera vez que tenía acceso a los conocimientos que me estaba transmitiendo.

O, al menos, eso creía. Así que me mantuve en silencio hasta que volvió a tomar la iniciativa haciéndome una pregunta que me desconcertó:

-En tu memoria interior y trascendente, Emilio, ¿no atesoras alguna reminiscencia de tales avatares?-.

-¿Reminiscencia?. No sé a que te refieres-, le respondí con voz queda.

-Bueno. Todo llegará-, dijo en un tono que interpreté entre lo burlón y lo intrigante.

Y otra vez silencio. Ante lo que, nuevamente, opté por no pronunciar palabra. La verdad es que me sentía confuso y hasta algo incómodo. Por fin, Merlín retomó su exposición:

-Nuestro sistema solar, Oort u Ors, no se halla estático en la Vía Láctea, sino que viaja por ella, moviéndose elípticamente con relación al Centro Galáctico.

Y este viaje cósmico no lo hace en solitario, sino en compañía de un pequeño grupo de sistemas solares, Sirio entre ellos, con los que conforma un “paquete” o “cluster” sistémico, cual viajeros dentro de un automóvil o un tren.

Todos juntos y en sintonía, como buenos hermanos, orbitan con respecto al Centro Galáctico siguiendo idéntica ruta-.

-Sí, esto sí lo sabía-.

-Ya, pero lo más importante no son las repercusiones físicas o astrofísicas de tal hecho, sino sus impactos energéticos y espirituales, pues todas las formas de vida que bullen en ese “cluster”, la infinidad de modalidades de existencia que conviven en los sistemas, astros, soles, planetas y satélites que lo configuran, guardan una íntima relación, una estrechísima interacción de carácter consciencial-.

-¿Consciencial?-, le inquirí para animarle a que ahondara en sus argumentos.

-Mira, los seres humanos han comenzado a entender que hay una interrelación entre cada miembro de una especie animal cualquiera y la totalidad de sus componentes.

La teoría de los llamados campos mórficos y morfogenéticos lo ilustra muy bien. En otra ocasión podemos departir sobre ella.

Ahora lo que te quiero subrayar es que, igualmente, existe una interacción constante y permanente entre cada persona y los demás seres humanos que configuran la Humanidad.

Es más, del mismo modo, también hay una estrecha interconexión entre la Humanidad y la Madre Tierra. Y tal interrelación se extiende desde la Tierra a la globalidad de Oort y al referido cluster de sistemas solares.

Todo está espectacularmente interconectado, como una gigantesca red de influencias e interdependencias mutuas-.

-Y, por lo que antes apuntaste, no es una interacción meramente biológica y material, sino mucho más profunda, de tipo consciencial, como tú la has denominado-.

-¡Exacto!. En particular, el citado cluster de sistemas solares y todos los astros y modalidades de vida que lo pueblan formamos una inmensa y holística red consciencial.

Como tal, viajamos de la mano por la Vía Láctea. Y lo que sea de los unos, repercute en los otros, pues en el Universo rigen dos reglas cosmogónicas bien conocidas por los seres de mayor avance espiritual: todo es suma de partes y forma parte de una suma superior, aunque cada parte es a su vez el Todo; y los saltos evolutivos conscienciales, de una dimensión de existencia a otra, no son individuales, sino grupales, requiriéndose que en el grupo o suma en cuestión se configure una masa crítica mínima de consciencia para que el salto sea factible.

En nuestro caso, el grupo no es la Humanidad, ni Gaia, ni siquiera Oort, sino el colosal hervidero de vida que constituye el cluster de sistemas solares del que venimos hablando-.

-¿Por esto los seres de Sirio estuvieron muy atentos al experimento genético de los anunnaki?-.

-¡Imagínate!. Por intereses puramente materiales, los nefilim estaban propiciando el surgimiento en la Tierra de una nueva especie que, por sus capacidades físicas e inteligencia, podía ser muy beneficiosa para la evolución consciencial del planeta, de Oort y, por ende, del paquete de sistemas en el que el propio Sirio se integra.

La protohistoria de Gaia y Oort, que se hunde hace miles de millones de años, está cargada de incidentes y anomalías que habían impedido un discurrir consciencial equiparable al acontecido en Sirio y otros sistemas del cluster.

Ante ello, los sirianos contemplaron el experimento anunnaki como la oportunidad de hacer algo al respecto.

Ellos nunca hubieran interferido en la evolución del planeta mediante manipulaciones genéticas de sus habitantes.

Es algo que choca frontalmente con su percepción espiritual de las cosas. Pero, por lo mismo, tampoco podían evitar las actuaciones de los nefilim.

Así que, dada la situación, decidieron fomentar el grado de consciencia de los homínidos creados por los anunnaki-.

El Gran Mago derrochaba entusiasmo en cada una de sus palabras y, si bien gesticulaba parsimoniosamente, denotaba alegría y jovialidad.

Por mi parte, sentía cada vez más claramente una extraña sensación que me bullía profundamente, difícil de conceptualizar con palabras.

Me dije a mí mismo que era como si empezara a despertar de una larga, muy larga amnesia. Me distraje unos instantes en mi interior, pues quería descifrar esa peculiar sensación.

Cuando volví del ensimismamiento, me encontré a Merlín muy cerca y mirándome directamente a los ojos, casi introduciéndose por ellos para saber lo que me ocurría por dentro. Sonrío levemente.

Lo mismo hice yo y retomé la conversación con una pregunta cuya respuesta intuía no me era en absoluto ajena:

-¿Cómo se las arreglaron los seres de Sirio para impulsar consciencialmente a los recién creados homínidos?-.

-De una manera no demasiado complicada para ellos, pero casi incomprensible desde la mentalidad humana actual.

Llegó a la Tierra una primera comitiva procedente, como te señalé antes, del tercer planeta de Sirio B.

Nuestros Anales precisan que la componían 32 seres, repartidos por igual entre machos y hembras y que componían una familia según los usos del planeta en cuestión.

Su altura física era semejante a la de los anunnaki, pero con una biología mucho más sutil, menos densa, en concordancia con su mayor evolución consciencial.

Y, sencillamente, transfirieron sus almas a cuerpos de homínidos: utilizando al máximo su gran dimensión espiritual y los saberes a ello debido, almas antes encarnadas en sirianos pasaron a estarlo en homínidos, y viceversa.

Así, en miembros de la nueva especie humana se establecieron almas “viejas”, de alto nivel vibratorio y consciencial, que ayudarían a sus congéneres, los seres humanos, a avanzar en el plano espiritual-.

-Y esto ocurrió en el año 198.295 a.c.-, le apostillé rememorando la velada con Nimue.

-Sí. En el presente continuo en el que lo eterno se desenvuelve, ese fue el momento en el que almas que habían estado encarnadas en habitantes de Sirio, auténticos seres de luz, se encarnaron por vez primera en humanos.

Los anunnaki ni sabían de qué iba la cosa. Pero almas de una elevada gradación vibracional y espiritual se encarnaron en cuerpos muy toscos, los homínidos, con la finalidad de que la nueva especie estuviera en condiciones, con el paso de los milenios, de aportar fuerza consciencial al planeta, contribuyendo a la configuración de la citada masa crítica en el cluster de sistemas solares al que el propio Sirio pertenece-.

-Es muy bello, Merlín, pero resulta increíble. Ninguno de mis “paisanos” me creerá cuando se lo cuente-, le expresé en tono de humor, pero con sinceridad.

-Pues a lo mejor te llevas una sorpresa, pues son muchos los seres humanos actuales cuyas almas estuvieron antes encarnadas en Sirio. De hecho, a aquellos 32 le siguieron otros 64, que hicieron lo mismo.

Y a partir de ahí, las almas antes encarnadas en seres de Sirio, y ahora en homínidos, se fueron incrementando exponencialmente cada dos mil años aproximadamente: 128, 256, 512, 1024, 2048,… Si coges la calculadora y efectúas las operaciones, constatarás que de esa manera se pueden transferir 250 millones de almas en menos de 50.000 años.

Y no fueron necesarias en tal número, pues el crecimiento demográfico de los homínidos fue mucho más lento. Sólo contemporáneamente, 200.000 años después de aquellos sucesos, la población mundial ha aumentado exponencialmente en menos de dos siglos: 1.000 millones de personas en 1850; 2.000 millones en 1925; 4.000 millones, en 1965; y 8.000 millones que se prevén para el año 2035. Son tantas las almas, querido Emilio, que anhelan encarnarse en el ahora de este planeta…-.

-Esto me recuerda algo que leí en un libro de Carl Sagan-, lo interrumpí. –Este divulgador científico elaboró la llamada Escala Sagan.

En ella se describe la existencia en el Cosmos de varios niveles de inteligencia: Nivel 0, correspondiente a la humanidad de hoy; Nivel 1, con más desarrollo técnico; Nivel 2, seres con mucho mayor progreso tecnológico, pero que han perdido facultades emotivas, sentimientos y capacidad de amor; Nivel 3, modalidades de existencia que han logrado un desarrollo espiritual y esto le ha abierto las puertas a adelantos inalcanzables desde el punto de vista de la dinámica tecnológica y material; y Nivel de Inteligencia Interdimensional, cuyas características vibracionales y espirituales escapan de la comprensión humana. En este escala, Merlín, ¿dónde están los sirianos y dónde los humanos?-.

-Ellos, en el N3. Vosotros, en el N0-, respondió tajantemente.

-O sea, que almas de alto rango vibratorio y trascendente encarnadas en seres de nivel 3 pasaron a estarlo en seres situados biológicamente en el nivel 0.

Y ello con la finalidad de que la nueva Humanidad, surgida de la manipulación genética de los nefilim, gozara de un desarrollo espiritual capaz de aportar energía consciencial a la Tierra, a Ors y al cluster de sistemas solares, contribuyendo a que éste alcance la reiterada masa crítica que permita el salto interdimensional del cluster en su conjunto-.

-¡No lo podrías haber sintetizado mejor!. Aunque debo completarlo con otro dato: las almas antes encarnadas en seres Nivel 3 y ahora en Nivel 0 no sólo apoyan la evolución de la Humanidad y Gaia en los términos que tú has sintetizado, sino que, igualmente, viven de ese modo una experiencia que, volviendo a la Escala Sagan, les prepara para saltar al Nivel de Inteligencia Interdimensional.

Expresado coloquialmente: el alma de elevada evolución espiritual que, al encarnarse en ser humano y, a pesar de la densidad de la existencia en la Tierra y la enorme carga de dualismos que la caracterizan, es capaz de actuar en este mundo desplegando Amor Incondicional, está mostrando su capacidad para pasar a encarnarse en modalidades existenciales de Inteligencia Interdimensional.

Es una especie de “examen final” que el alma se pone a sí misma: habiendo evolucionado vibracional y espiritualmente hasta llegar a encarnarse en modalidad de existencia N3, pasa a una forma de vida N0 para comprobar que, incluso en esas condiciones “adversas”, es capaz de hacer valer sus más elevados atributos y potestades, encuadrables en el concepto de Amor Incondicional, y de trabajar no “para ella”, sino de manera creadora al servicio de la consciencia del planeta y la suma en la que se integra-.

-Pero, Merlín, si esto es así y tantas almas muy evolucionadas subyacen en seres humanos, ¿cómo se explica que la Humanidad sea tan materialista y nuestro mundo esté tan lleno de dolor e injusticias y tan falto de Amor-.

-Me encanta tu perspicacia. Y te podría dar cuantiosos detalles al respecto que tienen mucho que ver con lo que ha acontecido en la Tierra y a la Humanidad en los últimos 150.000 años. Pero, para no apartarnos del hilo de nuestra conversación, te lo resumo con una única expresión: el Gran Olvido-.

A Merlín no le pasó inadvertida mi cara de pasmo. Quizá por ello siguió hablando con voz aún más sosegada que la que venía usando:

-Un Gran Olvido provocado por la densidad del mundo tridimensional y la fuerza de arrastre de las oposiciones y dicotomías (bueno y malo, alto y bajo, superior e inferior, positivo y negativo,…) que en él campan a sus anchas.

Bajo su influjo, almas tan avanzadas se han enredado en las experiencias de dualidad y extraviado la noción de Unidad de cuanto existe; se han identificado con una realidad puramente virtual, ilusoria, fragmentada, perecedera y efímera; y han quedado engatusadas con los anhelos y apegos materiales, tanto los que proporcionan placeres como los que originan sufrimientos, que más atan los segundos que los primeros.

El libre albedrío preside la Creación. Y haciendo uso de él, han olvidado su auténtica Esencia y el verdadero propósito de su encarnación en la Tierra: desplegar el Amor Incondicional en un escenario hostil, Amor contra Resistencia, como modo de aportar consciencia al planeta y, a la par, autoprobarse que están en condiciones de saltar al Nivel de Inteligencia Interdimensional.

Han perdido la consciencia de su naturaleza divina, eterna y omnipotente; y se hunden en los miedos y en el desconcierto cuando ésta aflora mediante intuiciones, sensaciones e inspiraciones-.

No sabía que decir, ni me apetecía decir nada. Necesitaba silencio para asimilar tanta información.

Además, las garrafas estaban vacías y el mediodía ya había sido sobrepasado. Era momento de retornar al Castillo de las Reina de las Tempestades. Nos pusimos de pie dispuestos a volver sobre nuestros pasos.

No obstante, Merlín me pidió que meditáramos, aunque fuera poco tiempo, en del Templo de la Roca. Dentro de sus paredes estuvimos un buen rato. Al concluir y antes de salir del recinto, el Gran Mago me dijo:

-¿Sientes la energía que emana de este lugar?.

-Sí, con fuerza-, le contesté de inmediato, pues ciertamente la había notado durante la meditación.

-Junto al Gran Olvido, que es un fenómeno mayoritario, siempre ha habido también almas despiertas. Y hace mucho tiempo que actúan para que el despertar sea masivo.

La construcción de sitios como este obedece a tal objetivo de mantener vivos determinados saberes y energías.

Y otras muchas cosas se han hecho con idéntica meta. Gracias a esto, en el presente hay un número significativo de seres humanos, esparcidos por Gaia, que han superado el Gran Olvido.

Y, aunque algunos ni siquiera se den cuenta, están uniendo sus fuerzas en forma de red consciencial para que la Humanidad y el planeta entero puedan aprovechar la oportunidad que el momento actual representa-.

-¿A qué te refieres?-, le interrogué intrigado.

-Tiene que ver con el tránsito del cluster de sistemas solares por la Vía Láctea y con la aplicación analógica del célebre principio hermético de cómo es arriba es abajo, y viceversa.

Piensa en el cuerpo humano y proyecta su funcionamiento a escala galáctica. Y, así como la sangre en su circulación atraviesa los pulmones, que la oxigenan y la limpian, ese paquete de sistemas solares pasa, periódicamente, muy cerca del Centro Galáctico, rozándolo, y recibe de éste una colosal fuerza energética regeneradora de espectro electromagnético y vibracional.

A su vez, los soles que se integran en el cluster distribuyen esta fuerza entre los planetas que giran en sus respectivos sistemas. Y, por fin, cada planeta impregna con la misma energía vibracional y frecuencial a los seres que lo habitan.

-¿Cómo funciona esto exactamente en el caso de la Tierra y los seres humanos?.

-Muy sencillo. La Tierra acumula principalmente esa fuerza en la ionosfera. Y los humanos la recibís por medio de la glándula pineal, que es una auténtica antena de radiofrecuencia, lo que, en función de vuestro grado consciencial y mayor o menor estado consciente, activa componentes durmientes de vuestro ADN, concretamente de ese 97% del mismo que algunos genetistas tildan de “chatarra” y que, en verdad, es un ADN sutil e inefable, depositario de capacidades y facultades impensables para la Humanidad actual-.

El Gran Mago hizo una pausa y me escrutó con la mirada para percibir el impacto que lo que acaba de enunciar había tenido en mí. Me limité a gesticular para que no interrumpiera su exposición:

-Por tanto, Emilio, cada paso del cluster de sistemas solares por el Centro Galáctico representa una bella y espléndida ocasión de salto consciencial para el conjunto de mundos y modalidades de existencia que lo pueblan.

Pero como existe una interacción entre todas, su mejor rentabilización energética acontece cuando la totalidad del cluster ha alcanzado una determinada masa crítica consciencial. De ahí la significación que para los sirianos ostenta lo que ocurre en la Tierra, y viceversa.

-Pero mientras que nosotros no somos conscientes de algo tan espectacular y maravilloso, ellos sí lo son-, apostillé.

-Y, en estos momentos, el cluster de sistemas se está acercando a enorme velocidad al Centro Galáctico. Es algo que ocurre cada 13.000 años.

Ahora vuelve a repetirse. Y numerosos seres de muchas modalidades de existencia se han movilizado para que la Tierra y Oort aprovechen esta oportunidad.

Ha sido un trabajo concienzudo y meticuloso, de carácter energético, que ya está concluido. Sólo queda esperar los resultados, que dependerán, en última instancia de lo que hagan los propios habitantes de Gaia, en general, y la Humanidad, en particular-.

-¿Me estás diciendo, Merlín, que tanto la Humanidad como el planeta que nos acoge nos acercamos a una especie de hito histórico, a una gran oportunidad de cambio-.

-No es ya futuro, sino presente, Emilio. Son tiempos extraordinarios, cargados de posibilidades para comprender y descubrir las verdades eternas que cada uno guarda en su interior y actuar en consonancia con ellas.

Y el Universo es el cómplice de los seres humanos para que superen el Gran Olvido, para que despierten las consciencias y para que los corazones se abran hacia una transformación evolutiva superior.

Para conseguirlo, la traba mas notable no es la ignorancia, sino el miedo y el falaz sentimiento de culpa. El Poder de Decisión y el Maestro están en cada ser humano.

No hay que tener miedo a equivocarte. El miedo frena, inhibe y te ata a lo ya conocido, aunque no te guste.

El miedo y el sentimiento de culpa cierran los ojos a un presente espléndido, donde tú y todos… juntos, seremos los hacedores del Milagro-.

Las palabras del Gran Mago agitaban mi interior y humedecían mis ojos. Allí, en el Templo de la Roca, lo había entendido todo, todo había encajado.

Se puso exactamente frente a mí, con sus ojos a la altura de los míos, y su voz retumbo con potencia en mis oídos y en mi interior:

-Tienes que reinventarte. Es necesario y puedes hacerlo. Es un momento único para conseguirlo.

Debemos ascender sobre la opaca densidad que ha cubierto al planeta. Acepta la Luz que está llegando, vívela, deja que te inunde y que conecte con tu chispa divina.

Gaia ascenderá, y nosotros con ella, elevando su nivel de vibración de la tercera a la cuarta y, muy rápidamente, a la quinta dimensión.

Y tú eres un receptor adecuado para sintonizar con su nueva frecuencia. Abre tu corazón hacia esta nueva realidad y, simplemente, sé lo que eres. Es el momento de Ser-.

Me abracé con fuerza a Merlín y noté como él se volcaba, igualmente, en mí. Enlace mi brazo izquierdo con el derecho suyo.

Y así hicimos el trayecto de retorno al castillo. Sin conversación, sin palabras. Ya no eran precisas.

Sentí como los brazos no sólo unían nuestros cuerpos, sino nuestras almas sirianas.

Posteado por Oliver Mora.

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