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jueves, 31 de enero de 2013

Ghan Arsayan, Primeras Memorias, Parte 3: La Historia Sobre Mi Historia, Matias De Stefano.


Día tras día, mes a mes, años tras años, décadas, siglos y milenios pasaban, en los que yo, con cada vez más dedicación, me volcaba ante los seres que comenzaban a complejizarse, y su historia.

Rabal*, había hecho un gran trabajo, y las mentes de otras razas se unieron en aquella de extraño aspecto.

Eran los angelcanos, una de las razas de los ángeles, quienes habían dotado de tal extraña y hermosa forma a los seres predilectos de este mundo,

primos astrales de los cercanos extraterrenos fundadores de estas nuevas gentes y sus civilizaciones.

Cuanto se me fue presente a mis sentidos, fue así mismo narrado a las almas en los campos en que habitaban, todas esperaban llegar a vivir aquellas situaciones, aquellas vidas que yo veía, y ser los protagonistas de esas historias.

Por mi parte, cada segundo que allí pasaba, se me hacía propio, tan propio que fue, pues, como un llamado, yo debía estar allí,

ser presente en aquella tierra y aquella historia, ser parte de su esencia y seguir su camino salvador, voluntario, en pro de la labor de la Fuente…

Rememoraba cuanto había pasado sobre sus superficiales y sus intraterrenos mundos, y más me enamoraba de todo cuanto a su alrededor se forjaba, era, en aquellos momentos,

uno más de entre todos aquellos entes que giraba a su alrededor y se adentraba en sí por la fuerza de su luz y gravedad.

No obstante ello, jamás hubiese pensado que todo aquello que anhelaba en mis viajes lejanos, comenzaba a estar cada vez más cerca, casi incluso dentro de mí, y no tardarían en hacérseme en mí.

Fui llamado por entonces, donde los sueños rondan, y tras ver tantas historias, se me ofreció estar más cerca de lo que jamás hubiese imaginado.

Arduo fue mi elegir, aunque ya me vi envuelto en un destino que me guiaba hacia la vida, era mi momento, era mi deber.

Guiado por cuantos seres en mi camino se cruzaban, me reuní con mis hermanos astrales y fui informado sobre todo cuanto había desde un primer momento aceptado.

Conocí a quienes me debían conocer, con quienes debía compartir y a quienes debía ayudar y enseñar, así como ellos debían hacerlo conmigo también.

Todo era tan nuevo que comencé a conocer la ilusión en flor de piel… aunque no tenía.

De esta manera es como sorpresivamente me desprendí de cuanto yo era en realidad, y poco a poco me sumergí en una realidad muy diferente a la mía,

plena de colores, sentimientos, sensaciones, pensamientos, creencias y acciones que me encaminaban por el sendero más forzoso de la evolución, el más rápido en cuanto a aprendizaje material.

Yo, como muchos otros, éramos voluntarios solicitados a conciencia para ofrecer ayuda a los entes que habitaban en este mundo.

La Perla Azul… esfera del universo ínfimo de la materia, precioso tesoro del Divino, hogar de todos en el que converge el Todo,

vórtice y vértice de la constelación del Centauro, la última esperanza de todas las razas que circundaban el espiral galáctico de Sirius.

Ahí es a donde me dirigía, al sitio del que todos hablaban… y esta vez, yo sería protagonista de una de mis infinitas historias.

La luz se abría ante mis ojos; los angelcanos fueron quienes en su bella silueta violácea, se acercaban a nosotros para dar forma a nuestras otorgadas almas.

Yo jamás había tenido un alma, pues era energía espiritual, y no más que eso, jamás había obtenido en mí ningún otro cuerpo etéreo, y estas energías, eran puro sentimiento, aquello que nos unía a la materia como los puentes unen las diferentes orillas de un enorme río.

Todos, aprovechando las corrientes de energía que se allegaban por estos lados, nos impulsamos al mundo. Mundo que tanto había visto en un corto tiempo,

que allí pareció ser eterno, propicio y devastador tras las eras, irreconocible lo hallé, enturbiado, envuelto en brumas y densidad incluso etérica y lumínica. Debíamos, por así decirlo, colaborar en la salvación de este mundo.

Aunque, esa palabra… salvación… no era más para mí que un modo muy humano y religioso; más bien, nuestro trabajo, consistía en la regeneración, la ascensión, la purificación de este organismo, permitiéndole respirar nuevamente, y vivir…

Millones nos acercamos, y tras largas charlas con los Grandes, fuimos, definitiva y esperadamente, enviados a la vida.

Comprendí, aprendí, nací, crecí, aprendí y seguí haciéndolo día a día, por el resto de mi Vida.

Todo era confuso y turbio, tal y como lo había visto e imaginado. Era brusco y difícil, cruel, pero muchas veces dulce, agradable.

En lo terrenal, lo mundano, uno confunde las realidades y no sabe diferenciarlas de las demás.

La memoria no nos permite ser objetivos, y las experiencias nos limitan a hacer verdaderos juicios.

La certeza se pierde, y llega la desesperación mediante la inseguridad y la duda.

Yo no debía enceguecer de la misma manera como todos lo hacían a mi alrededor, era fiel a mi labor así como en mi nombre portaba este contrato tiempo atrás hecho… Dios sabe cuándo, pues perdí la noción del Tiempo…

Fue debido a estas razones que de muy joven comencé a intentar recordar de una manera muy humana todo aquello que por ser mi real naturaleza se me hacía en el pensamiento por la gracia de que se me debía hacer presente para conllevar estos tiempos.

Recordé, pues, anotando, utilizando las palabras y el dibujo, creando oraciones, cuentos, historias y memorias que en unirse, creaban lo que aquí llaman libro.

Los libros que escribía con gran devoción y dedicación, extrañamente por lo llamado intuición, se conformaban como un gran libro en el que volqué todos mis disueltos recuerdos.

Desde las escrituras más burdas por ser joven animal de razón, hasta las producciones con intención literaria, que en mi interior luz inercial del corazón material, sentía, era para rememorar en los ajenos, que en fin eran también propios,

los hechos que nos ayudan a ser y que nos hacen ser, de una forma no tan explicativa, científica, espiritual ni informativa, sino desde el corazón.

Todo es un ciclo que no posee uniones ni cabos ni fines ni cortes, todas las historias, es decir, las realidades temporoespaciales y las atemporoespaciales, se enlazan entre sí y se suceden unas a otras sin un preciso orden lógico, simplemente dentro de un orden cósmico,

en el cual todo está enteramente relacionado, cada hecho, circunstancia, deseo, vida, pensamiento, y por lo tanto, aquí, todos nosotros.

Esta historia, extensa, que yo presento, es la historia sobre mi Historia dentro de La Historia conjunta que compartimos.

Por así decirlo, es intención de semejar a lo que es real, el cosmos que a uno le es existente, el propio cosmos…

Y es de la misma manera en que mis textos deben leerse, de la misma manera en la que yo contaba los cuentos a las Almas, en un orden desordenado, en la cual no es mi persona quien elige cómo debe verse o tomarse la historia narrada,

sino, más bien, al leer, uno debe comprender, que no hay principio ni fin, sino que la continuidad universal, tarde o temprano, nos muestra, cómo hasta las mínimas y absurdas palabras adolescentes, cobran sentido dentro de este escenario del que todos somos parte importante.

Hoy os hablo en vida, seres de luz, con limitantes palabras, y os digo que mi historia, es la vuestra, que yo vivo lo que ustedes, y ustedes, lo que yo, en diferentes planos de la razón y la conciencia, embadurnados de materia.

Mi camino es una muestra de que existen múltiples de éstos, y que muestran de una forma muy personal, toda mi verdadera vida desde lo que se me asemeja por la enturbiada memoria.

No sólo son mis palabras intenciones de mostrarme, sino que como deber recuerdo, debo acceder al intento de mostraros a vosotros mismos en las diversas realidades, a partir de la mía.

Y háganseme oír, hermanas almas, que bien he dicho que la Historia no es historia,

si ninguno de nosotros somos conscientes de que realizamos las plenas acciones interactuando con las demás, y es esa la razón por la que mi historia se haya incompleta, pues falta la suya. Abro mis brazos a sus palabras, pues también son las mías.

Desearía ver, que tras leer aquellos textos míos sin necesidad de seguir un concreto orden, pues éste se halla inherente a sí mismo, o incluso sin siquiera pensar en sus existencias físicas, pudiesen continuar con esta saga a la que llamamos Memoria de Vida.

Es casi un anhelo poseer para la humanidad grandes bibliotecas, archivos donde guardar grandes obras… para mí, todo es una bella obra, incluso la vida más insulsa o la historia más sencilla y absurda, lo que la hace brillar, es la autenticidad, la autobiografía,

el contar historias que vemos adyacentes a las nuestras o que desembocan en las nuestras… Hitos del pasado, presente o del futuro que marca lo que vivimos…

Os invito a narrar tras mi historia, sus cuentos de vida y de esta manera, traer desde lo infinito a la materia una gran parte de mi hogar, el gran campo de los recuerdos, recordando con nuestras propias palabras lo que hacemos y desearíamos hacer en este mundo,

con tal de redescubrir y rememorar los tratados perdidos con el paso del tiempo y reencontrarnos con nuestro verdadero camino.

Jamás nadie podría guiarlos más que ustedes mismos, yo simplemente coloco una de esas piezas de la gran Historia, que es interminable, infinita y regenerativa.

Debemos ser conciencia, nosotros sabemos quiénes somos, porqué nacimos y a dónde deseamos ir, y sólo escribiéndolo, cantándolo, o pintándolo, somos capaces de revernos.

Somos todos trabajadores de la Luz, pues somos luz, somos Uno con el Todo sin intermediarios más que nuestros Supremos Yo y sin obstáculos más que nuestras propias negaciones.

Hagamos luz en el mundo, trayendo a la memoria y plasmando lo que nos aferra o anhelamos en la materia, con tal de crear un camino conjunto, un gran libro que es el de todos.

Por pocas palabras que posea, por novelas que sean o por sagas que se le adhieran, todas no son más que nuestras ventanas y puertas a la realidad, nuestra realidad interna, que nos liberará y nos dejará Ser…

Ésa, y ninguna otra, es la manera en la que encontraremos nuestro actual camino, y nos permitiremos ascender…

Vinimos a crear un nuevo mundo, hermanas almas, y por más confusas que nos encontremos, por más insulsa que sea nuestra historia o acción, no debemos dejar de creer en nosotros y seguir adelante; juntos crearemos esta historia…

Ustedes, todos nosotros juntos, crearemos esta gran Historia, que en cada inspirar y exhalar del Gran Ser Universal, continuará eternamente… siempre…

Ghan Arsayan

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Posteado por Oliver Mora.

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