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lunes, 4 de marzo de 2013

Nova Terra, Parte 1: Aquella Madrugada. Oliver Mora


Benoit_Godde_dos

Viví en el año 1982, en Dulce Nombre de Coronado, al norte de la capital de Costa Rica, en esos tiempos una zona rural.

Recién estaba construida una fila de casas, unas treinta, creo. El lugar, hermoso, al fondo de la hilera de casas, una loma, con árboles y una naciente de agua, un manantial.

En general, potrero adelante y atrás, en el de adelante, caballos, pertenecientes a la Universidad de Costa Rica, parte del proceso para producir suero para contrarrestar el veneno de las culebras. Por detrás, vacas, y muy cerca, una lechería.

Era un lugar con carretera de lastre, donde no ingresaba bus alguno, la escuela quedaba a unos kilómetros adelante, junto con la parada de bus, para ir a San José, por lo que había que caminar bastante para llegar allí.

Sin embargo, mi casa tenía un patio grande, y todas ellas estaban separadas, no como ahora, que están pegadas y ninguna de ellas contaba con tapias, sino, sólo cercas con cuatro alambres, por lo que mi padre sembró diferentes hortalizas, a los costados y al fondo, incluida una mata de chayotes junto con dos o tres palmeras de plátano, recuerdo la tierra, muy negra, ideal para sembrar.

Esa etapa de mi vida fue como todo niño de una zona rural, con botas de hule, una resortera o flecha, como le llamamos aquí, porque habían muchos panales de avistas por allí…, en fin, mucho espacio para explorar, incluido árboles de guayaba y arbustos de moras silvestres.

Recuerdo que en los potreros habían una o dos casas de madera, al estilo de los años sesenta, y la gente muy sencilla, con una típica pulpería ( o abastecedor) de pueblo, donde era sitio de reunión de las gentes…, y el pulpero era boticario.

Frente a la escuela de Dulce Nombre, la típica plaza, rodeada de casas, y cuando tocaba recreo, todos, felices, nos cansábamos corriendo por ella, la calle entre los dos lugares con escaso tránsito, la escuela, al fondo, contaba con su huerto, y era un curso obligatorio, donde aprendía uno sobre el valor de la tierra y mucha humanidad.

Recuerdo una vez, una tarde, donde pasó por mi casa un compañero de la escuela, me parece que su padre estaba enfermo, y él se dedicaba a vender culantro, de puerta en puerta, por lo que mi compañero salió a vender por él, no resistí las ganas de ayudarlo, fue muy divertido…

Desde mi punto de vista, en aquellos años, en 1982, cuando tenia 10 años, con mis botas de hule, y viendo aquel árbol solitario, custodiando la colina, a unos cincuenta metros de la casa, y en las noches de luna llena, se dibujaba como una sombra, que tenía un cielo estrellado, puesto que sólo había una fila de postes de luz, recorriendo la calle.

Y vino aquella madrugada…

Nos levantamos mi hermano y yo y nos asomamos por la ventana de la cocina, de cara a la colina, con el árbol en su cima, pero lo que vimos no era normal, no era usual, ni lo mencionaba ningún libro de la época.

Encima, y a los lados del árbol, arriba de la colina, cuatro objetos negros, posiblemente discos, con luces en sus bordes, que cambiaban de colores, justo a cincuenta metros de nosotros…

Impactados por esa escena, nos quedamos petrificados por un rato…, pero me volví hacia mi hermano y dije algo como…. voy a buscar a mami y a papi !

Después de allí no recordaba más.

Esa escena a perdurado en mi memoria durante treinta años, es difícil ese recuerdo….no eres comprendido por nadie…

Cuando lo contaba, o me miraban raro, o me ignoraban….es difícil vivir con esa experiencia a cuestas, durante treinta años, la mayor parte del tiempo me la guardaba.

A veces intentaba olvidarlo, desecharlo, pero siempre me fue imposible…y marco mi vida.

Solo el año pasado entendí que no fue mi única visita, sino, el inicio de muchas, donde a propósito, deliberadamente, el recuerdo era ocultado dentro de mi memoria, y también, se me permitió recordar más, sobre esa escena.

Por fin entendí lo vivido, incluso hace unos diez años, cuando mi hija Diana tenía un año….

Recuerdo que estaba en la sala de mi casa, viendo televisión, sin embargo, desperté de un sueño profundo, estaba en la cama, junto a mi, la que era mi esposa en ese momento, perfectamente colocados en la cama…

Despertamos, no con sueño, sino de repente…. pasados algunos segundos, nos percatamos que Diana no estaba en su cuna…

Nos entró la desesperación, y comenzamos a buscarla, gritando, con un susto terrible!, revolcando su cuna…

Cuando buscábamos la puerta del cuarto, con una última mirada a la cuna, comenzó a materializarse, como si se tratara del sistema de transportación de “viaje a las estrellas”.

Nuestra sorpresa fue grande, también nuestro alivio…pasamos de una estado alterado a uno de tranquilidad…

Sin embargo, pese a la experiencia, a las siguientes horas, el recuerdo fue relegado…, como aprendí en el 2012, programan la mente humana para que la persona no le tome importancia, y siga con su vida…

Pero no a mí, yo debía recordar, es parte de lo que vine a hacer aquí, esto es deliberado.

Esta historia la he contado varias veces, pero incluso, mi esposa, no la puede comprender, o asimilar.

Con franqueza, es frustrante para mi, me desanima a veces, que mis cercanos no puedan comprender lo que yo experimenté.

Sé que esto es deliberado, para no afectar más de lo debido sus vidas…

Sé ahora, que en las oportunidades necesarias, ellos duermen, o como digo yo, “desactivan” a toda una comunidad, para poder hacer sus labores…

Incluso ahora, mientras escribo éstas palabras, pienso en ustedes, y siento algo de esa frustración…, aun así, espero llegar a su corazón y a sus mentes.

Digo todo esto a manera de introducción, puesto que les presentaré, en artículos futuros, lo que se me dio a mí, y que ahora, es el momento de exponerlo a ustedes.

Pero esto es para mi también, porque al escribir, libero parte de lo que soy, de lo que formó mi vida…

Puesto que no hay manera que me olvide de aquella madrugada, y al pasar los meses, del año 82, y parte del 83, al mirar hacia la colina, o pasar por aquel árbol, no evitaba el flujo de imágenes, y se derramaban en mí, y sólo para mi, y deseaba gritar, escupir mi recuerdo, explotar hacia el cielo….

Treinta años han pasado y los que vinieron, los que visitaron, eran amigos y lo siguen siendo…

oliver dos

Posteado por Oliver Mora.

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