Crónicas De La Tierra, EL 12avo PLANETA, Parte 10: SUMER: LA TIERRA DE LOS DIOSES (Zu Y Ninurta), ZECHARIA SITCHIN. 1976
El más joven de los dioses en la Tierra que había nacido en los cielos, tenía por nombre NIN.UR.TA («señor que completa la fundación»).
Fue «el heroico hijo de Enlil que partió con red y rayos de luz» para luchar por su padre; «el hijo vengador… que lanzaba rayos de luz».
Su esposa BA.U fue también enfermera o médico; su epíteto era el de «dama que a los muertos devuelve a la vida».
Las antiguas representaciones de Ninurta le muestran sujetando un arma única -sin duda, la que podía disparar «rayos de luz».
Los textos antiguos lo aclaman como a un poderoso cazador, un dios luchador famoso por sus habilidades marciales.
Pero su combate más heroico no lo entabló en nombre de su padre, sino en el suyo propio.
Fue una batalla a gran escala con un dios malvado llamado ZU («sabio»), y que tenía como precio nada menos que el lide-razgo de los dioses en la Tierra; pues Zu había capturado ilegalmente las insignias y los objetos que Enlil había ostentado como Jefe de los Dioses.
Las tablillas que describen estos sucesos están en los inicios del relato, y la narración sólo se hace legible a partir del punto en el que Zu llega al E-Kur, el templo de Enlil.
Parece ser que es conocido y que debe de ostentar algún rango, pues Enlil le da la bienvenida, «confiándole la custodia de la entrada a su santuario».
Pero el «malvado Zu» iba a pagar su confianza con una traición, la de «la sustracción de la Enlildad» -la toma de posesión de los divinos poderes-«que él albergaba en su corazón».
Para ello, Zu tenía que tomar posesión de determinados objetos, incluida la mágica Tablilla de los Destinos.
El astuto Zu dio con la oportunidad cuando Enlil se desvistió para meterse en la piscina en su baño diario, dejando descuidada toda aquella parafernalia.
A la entrada del santuario,
que él había estado observando,
Zu espera el comienzo del día.
Cuando Enlil se estaba lavando con agua pura,
habiéndose quitado la corona
y habiéndola depositado en el trono,
Zu cogió en sus manos la Tablilla de los Destinos,
se llevó la Enlildad.
Mientras Zu estaba huyendo en su MU (traducido «nombre», pero indica una máquina voladora) hasta un escondrijo lejano, las consecuencias de su audaz acción comenzaron a tener efecto.
Se suspendieron las Fórmulas Divinas;
la quietud se esparció por todas partes;
el silencio se impuso…
La brillantez del Santuario se desvaneció.
«El Padre Enlil enmudeció». «Los dioses de la tierra se fueron reuniendo uno a uno con las noticias».
El asunto era tan grave que incluso se informó a Anu en su Morada Celestial.
Anu analizó la situación y concluyó que Zu tenía que ser capturado para que devolviera las fórmulas.
Volviéndose «a los dioses, sus hijos», Anu preguntó: «¿Cuál de los dioses castigará a Zu? ¡Su nombre será el más grande de todos!»
Varios dioses, conocidos por su valor, fueron convocados. Pero todos ellos señalaron que, habiéndose hecho con la Tablilla de los Destinos, Zu poseía ahora los mismo poderes que Enlil, de modo que «el que se le enfrente se convertirá en arcilla».
Entonces, Ea tuvo una gran idea: ¿Por qué no llamar a Ninurta para que acepte tan desesperado combate?
Los dioses reunidos se percataron de la ingeniosa picardía de Ea. Estaba claro que las posibilidades de que la sucesión cayera en su propia descendencia se incrementarían si Zu era derrotado; pero también resultaría beneficiado si Ninurta resultaba muerto en el proceso.
Para sorpresa de los dioses, Ninhursag (en los textos llamada NIN.MAH -«gran dama») se mostró de acuerdo, y, dirigiéndose a su hijo Ninurta, le explicó que Zu no sólo le había robado a Enlil la Enlildad, sino también a él.
«Con chillidos de dolor di a luz», gritó, y fue ella la que «aseguré para mi hermano y para Anu» la continuidad de la «Realeza del Cielo».
Para que sus dolores no fueran en vano, Ninurta tenía que salir y luchar por la victoria:
Lanza tu ofensiva… captura al fugitivo Zu…
Que tu aterradora ofensiva se ensañe con él…
¡Córtale la garganta! ¡Vence a Zu!…
Que tus siete Vientos del mal vayan contra él…
Genera todo el Torbellino para atacarle…
Que tu Resplandor vaya contra él…
Que tus Vientos lleven sus Alas hasta un lugar secreto…
Que la soberanía vuelva a Ekur;
que las Fórmulas Divinas vuelvan
al padre que te engendró.
Las diversas versiones de este relato épico nos proporcionan, después, emocionantes descripciones de la batalla que vino a continuación.
Ninurta le disparó «flechas» a Zu, pero «las flechas no se podían acercar al cuerpo de Zu… mientras llevara en la mano la Tablilla de los Destinos de los dioses».
Las armas lanzadas «se detenían en mitad» de su vuelo. Pero, mientras se desarrollaba la incierta batalla, Ea le aconsejó a Ninurta que añadiera un til-lum a sus armas, y que le disparara en los «piñones», o pequeñas ruedas dentadas, de las «alas» de Zu.
Siguiendo su consejo, y gritando «Ala con ala», Ninurta disparó el til-lum en los piñones de Zu.
Así alcanzado, los piñones empezaron a desmontarse y las «alas» de Zu cayeron dando vueltas. Zu fue vencido, y las Tablillas del Destino volvieron a Enlil.
¿Quién era Zu? ¿Era, como algunos expertos sostienen, un «ave mitológica»?
Evidentemente, podía volar, pero también puede hacerlo hoy en día cualquier persona que coja un avión, o cualquier astronauta que se suba a una nave espacial.
También Ninurta podía volar, tan hábilmente como Zu (y, quizás, mejor).
Pero él no era un ave de ninguna clase, como dejan patente muchas representaciones que han quedado de él, solo o con su consorte BA.U (llamada también GULA). Más bien, volaba con la ayuda de una extraordinaria «ave», que se guardaba en el recinto sagrado (el GIR.SU) de la ciudad de Lagash.
Zu no era un «ave»; parece ser que tenía a su disposición un «ave» en la que pudo huir para esconderse.
Más bien, fue desde dentro de estas «aves» que los dioses se enfrentaron en su batalla en el cielo.
Y no debería de haber duda en cuanto a la naturaleza del arma que, finalmente, hirió al «pájaro» de Zu.
Llamada TIL en sumerio y til-lum en asirio, se escribía pictóricamente así: >—>– , y debió significar entonces lo que til significa, hoy en día, en hebreo: «misil».
Así pues, Zu era un dios -uno de los dioses que intrigó para usurpar la Enlildad; un dios al que Ninurta, como legítimo sucesor, tenía todos los motivos para combatir.
¿Quién era Zu? ¿No sería MAR.DUK («hijo del montículo Puro»), el primogénito de Enki y de su esposa DAM.KI.NA, impaciente por apropiarse, mediante un ardid, de algo que no era legalmente suyo?
Existen razones para creer que, no habiendo podido tener un hijo con su hermana para generar así un contendiente legal para la En-lildad, Enki echó mano de su hijo Marduk.
De hecho, cuando a comienzos del segundo milenio a.C. toda la zona de Oriente Próximo se vio sacudida por grandes agitaciones sociales y militares, Marduk fue elevado en Babilonia al estatus de dios nacional de Sumer y Acad.
A Marduk se le proclamó Rey de los Dioses, en lugar de Enlil, y se requirió al resto de dioses que le prometieran fidelidad a él y que fueran a residir en Babilonia, donde sus actividades podrían ser fácilmente supervisables.
Esta usurpación de la Enlildad (mucho después del incidente con Zu) vino acompañada por un importante esfuerzo babilonio por falsificar los antiguos textos.
Se reescribieron y se alteraron los textos más importantes para hacer aparecer a Marduk como Señor de los Cielos, el Creador, el Benefactor, el Héroe, en vez de Anu, Enlil o, incluso, Ninurta.
Entre los textos alterados estaba el «Relato de Zu»; y, según la versión babilonia, fue Marduk (no Ninurta) el que luchó con Zu.
En esta versión, Marduk alardeó: «Mahasti moh il Zu» («He aplastado el cráneo del dios Zu»).
Así pues, Zu no pudo haber sido Marduk.
Ni tampoco hubiera tenido sentido que Enki, «Dios de las Ciencias», le hubiera dado indicaciones a Ninurta en cuanto a la elección y uso de la mejor arma, si el oponente hubiera sido su propio hijo, Marduk.
Enki, a juzgar por su conducta, así como por su recomendación a Ninurta de «corta la garganta de Zu», esperaba ganar algo con el combate, ya que no le importaba quién perdiera.
La única conclusión lógica es que también Zu debía de ser, de algún modo, un contendiente legal para la Enlildad.
Esto sólo nos sugiere a un dios: Nanna, el primogénito de Enlil, el que tuvo con su consorte oficial, Ninlil.
Pues, si Ninurta fuera eliminado, Nanna sería el siguiente en la línea sucesoria.
Posteado por Oliver Mora.
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