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sábado, 28 de septiembre de 2013

Escalera Al Cielo – Cuentos Para Peques – Por Sananda


Érase una vez que era unos hombres en una aldea que deseaban encontrar una mítica escalera para llegar al cielo, la leyenda que les habían contado sus padres decía que quien lograrán encontrar entre las montañas la escalera al cielo podría llegar al paraíso donde se escondían vastas riquezas y tendría un camino seguro para ir y venir de la tierra hacia el cielo, se decía que la escalera estaba hecha de mármol blanco ancha y hermosa y que subir por ella no era complicado ni difícil, lo que sí se decía es que era bastante larga y que parecía que las montañas la escondían desde la punta de la base hasta la entrada del cielo.

Un buen día un niño que jugaba alegre en la villa con un palo y una rueda en su jugar salió de la villa y no se dio cuenta hacia dónde iba, era un chiquillo travieso que estaba completamente concentrado en su juego; de repente cuando se cansó y sentía que le falta un poco el aire decidió descansar pensó que había tomado un camino recto como el que llevaba de la villa hacia otras villas, pero se dio cuenta que estaba en un lugar distinto del cual no tenía memoria; debido a que era un niño curioso no experimentó el miedo, contrariamente el lugar donde se encontraba le parecía un bonito lugar parecía la sala de un jardín y entonces al voltear su mirada hacia dos peñascos vio que había una hendidura y en su curiosidad de niño decidió investigarla, para su sorpresa al llegar a la unión entre los dos riscos se encontró con que había una escalera blanca, una muy linda escalera blanca larga que parecía que tenía su propia luz y se veía que llegaba el cielo y parecía que al final había una puerta redonda por la cual se asomaba otro mundo; así que el niño decidió subir investigar porque aquella visión de una ventana al cielo le parecía fascinante y efectivamente era muy atrayente.

Cuando llegó la parte de arriba se encontró con Dios, el hombre barbudo grande y parecido a Santa Claus le dijo; “te he estado esperando” – y el niño respondió- “¿pero quién eres tú?”; – y entonces el cariñoso hombre divertido le dijo, “soy alguien parecido a tu padre y he estado en tu familia mucho tiempo, bienvenido seas a mi casa y te invito a entrar”; de repente el chiquillo sintió curiosidad y miro el lugar donde se encontraba, observaba que todo fulguraban en una atmósfera de un cálido color blanco e incluso el aire se sentía más limpio y diferente.
El niño converso y se divirtió largo rato con el hombre anciano, disfruto de unas galletas de chocolate y un vaso de leche, cuando sintió que su familia podía haberse preocupado por su ausencia se despidió del anciano le dio las gracias por todo y decidió regresar, bajó la escalera tranquilo y de repente encontró muy fácil volver a regresar al sendero que llevaba hacia la villa.
Al llegar se dio cuenta de que nada de lo que encontraba en su antigua villa le parecía familiar, todo había cambiado, sin darse cuenta el mismo había dejado de ser un niño y llegaba como un adulto, la villa había crecido y sus padres ya no estaban; de repente encontró en sus memorias y recuerdos de los momentos vividos con Dios en el cielo, que Dios le pedía que al regresar continuará con su vida con toda normalidad y que siempre que lo deseara pensara en él para que pudieran conversar de nuevo; dejo de sentir temor y se dedicó a buscar un lugar donde pasar sus días, tuvo familia e hijos a los que amo y cuidó con sumo cuidado y respeto amando a la compañera que había elegido para ese tiempo, continuo sus días en esa misma villa y se dio cuenta que todo en su vida estaba bien y que todo estaba ordenado y bendito.
En ocasiones en las tardes cuando tenía un poco de tiempo para estar a solas, descubrió que al cerrar sus ojos y fijar su atención en el corazón volvía escuchar la voz del anciano amoroso y sentía como si literalmente se regresar al lugar donde lo había conocido para platicar con él, durante toda su vida en la villa fueron grandes amigos y nuestro amigo iba constantemente a un lugar quieto cercano a una laguna para platicar con su amigo Dios; su amigo Dios siempre tenía tiempo para él, conversaban toda la tarde hasta el anochecer y esas pláticas con su amigo Dios siempre le traían paz y tranquilidad, no importaba lo que pasaba en la villa nuestro amigo siempre tenía la tranquilidad que su amigo Dios le daba en cada conversación de que todo estaría bien y con el paso de los años nuestro amigo aprendió a que cuando existía mucho drama alrededor de él y con las demás personas que vivían en esta villa, su amigo Dios desde el cielo le podía dar muchos consejos útiles para encontrar siempre la mejor solución.
En esa remota villa no había escuelas y todo el conocimiento era de boca en boca generación tras generación, pero nuestro amigo que se iba platicar en muchas tardes con su amigo Dios escuchaba a través de su corazón lo que aquel amoroso anciano le decía todas las tardes y aprendía aplicándolo después en su trabajo, en sus relaciones, con su esposa y sus hijos; al paso del tiempo se dio cuenta que haberse dejado llevar por el juego y de repente encontrar la escalera para subir al cielo y conversar con Dios fue la cosa más importante de su vida, ya que esto le simplificó el regresar a la villa y mantenerse tranquilo cuando parecía que todo había cambiado al regresar y que incluso no se encontraban sus padres.
No experimentó dolor, no experimentó ninguna culpa ya que siempre Dios le decía que él ya tenía hospedados cómodamente a su padre y a su madre en ese lugar del cielo y que un día los volvería a ver cuándo el tuviera que volver a tomar la escalera al cielo para volverlo a visitar, que era muy importante que se mantuviera en la villa amando a su familia y amando a los que estaban alrededor de él.
De repente con este cambio y con estos consejos se dio cuenta que la vida en la villa era apacible y tranquila, porque siempre para cualquier pregunta o cosa que intentara interrumpir su paz estaban los consejos de Dios que parecía una biblioteca que tenía todas las respuestas, hubo ocasiones en que platicar con su amigo Dios era tan importante como el aire y el agua para él; platicar con su amigo Dios le simplificaba mucho las cosas, cuando conversaba con su amigo Dios todo parecía más sencillo de hacer y de lograr, el platicar con su amigo Dios todos los días le daba fortaleza de espíritu pero también tranquilidad en su cuerpo y su alma.
Cuando sus hijos llegaron a la edad en que él se encontró con su amigo Dios, le pidió a su amigo Dios si podía conversar con sus hijos ya que para él esto sería muy bueno, porque él consideraba que su amigo Dios era un ser muy sabio y un gran maestro, y Dios aceptó, con el paso del tiempo a veces sus dos hijos le acompañaban a la orilla del lago se recostaban tranquilos en una hamaca y se ponían escuchar lo que el amigo Dios tenía para decirles a cada uno.
Cuando los rayos del sol se atenuaba en las tardes y acariciaban suavemente la piel de nuestros amigos,mientras el lago murmuraba tranquilidad y la luna quería entrometerse asomando sus narices, nuestros amigos disfrutaban de sus conversaciones con el gran amigo Dios, al que al paso del tiempo todos los miembros de la familia acudían para conversar y aprender, Dios nunca se cansó de platicar con la familia, siempre tenía tiempo para cada uno de ellos e incluso se ponía a jugar.
Cuando nuestro amigo principal sintió que su cuerpo estaba cansado su amigo Dios le dijo la última tarde en la villa que era el momento de tomar unas vacaciones en su casa, que su amigo Dios le había preparado una habitación y que él se encontraba muy emocionado de poderlo recibirlo nuevamente en su casa, cuando nuestro amigo le preguntó a Dios que pasaría con sus hijos sus nietos y su esposa, Dios le dijo que siempre los podría ver por una ventana desde el cielo y velar por ellos, que cuando él lo deseara podría regresar a donde ellos estaban disfrazado de un ángel para aconsejarles cómo manejar y llevar las situaciones de todos los días, que de hecho Dios deseaba que hiciera esto para seguir cuidando de ellos aunque ya no tuviera un cuerpo; nuestro amigo aceptó, regresó a su casa y se despidió con un beso de todos preparándose y diciéndoles que había aceptado la invitación de Dios de pasar unas vacaciones en su casa pero que regresaría siempre para estar al lado de todos cuando cerraran sus ojos y abrieran su corazón, que era así como Dios se lo había prometido y que todos confiaran en la palabra del gran amigo Dios que siempre había cuidado de ellos tal como él mismo se los había enseñado.
Al caer la noche nuestro amigo se fue a dormir en un plácido sueño y se dio cuenta que dejó atrás su cuerpo para ir poco a poco despertando en otra cama cómoda y agradable que se encontraba en la casa de su amigo Dios quien con mucho amor ya preparaba el desayuno para él y el cuálse encontraba muy contento de tenerle en casa.
Cuando abrió sus ojos y se incorporó de la cama entro su amigo Dios al que tantas veces había escuchado en el corazón y de repente recordó su nombre,¡Natanael! su amigo Dios lo tomó en sus brazos y de repente le escuchó decir: hijo mío te he extrañado tanto, cuando saliste de casa y te perdiste sentí que mi corazón se me salía de la preocupación, cuando con mis ojos te encontré en esa villa construí una escalera para que te fuera más fácil regresar a casa, he sido un padre paciente manteniendo mis ojos sobre ti todo el tiempo, mientras en aquella tierra donde te olvidaste de quien eras crecías y hacías todo lo que querías que me decías no podías hacer aquí conmigo, te extrañado tanto con mi corazón que mandé hacer la casa más grande para que cuando tus hijos de la tierra vengan aquí sean mis nietos y te prometo que los amaré tanto como te ha amado desde el día que vi nacer la luz del amor en tu corazón.
Y de repente Natanael, recordó su último día en esa casa y que en busca de nuevas aventuras tomó un camino que lo llevó a la tierra, que llegó y tomó un cuerpo para vivir una experiencia entre los hombres de la tierra y en el proceso olvidó la casa de su padre Dios; se dio cuenta del enorme amor que su padre tenía por él y que incluso nunca le presionó al no recordar nada, ni en regañarlo para que volviera y que en el enorme amor que le tenía incluso construyó nuevas habitaciones para sus hijos que todavía estaban en la tierra.
Así fue como Dios y Natanael fueron a disfrutar de un delicioso desayuno mientras Dios le hacía preguntas acerca de sus nietos en la tierra y entre más escuchaba a Natanael, Dios más se emocionaba; y Dios le decía de sus planes para recibirlos de nuevo en su casa en el cielo porque Dios se sentía orgulloso de tener una familia en la tierra gracias a su hijo Natanael; y así pasó la mañana entre risas y bromas con el afecto entre el padre y el hijo que recién había recordado quién era y que de nuevo regresaba a su casa en el cielo. Y así es.
Un Cuento contado por Sananda.
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