Advertencia: El presente artículo se encuentra desde su concepción inexorablemente destinado al escándalo. Sugerimos a aquellos lectores suceptibles, espirituales y mojigatos abstenerse de su lectura.
-La Administración-
Tras aquel hipócrita tapujo que encapuchó con disimulo el verdadero color de tu Fé y aquella prístina y blanca túnica que soporíferamente domingo a domingo pretendía desde San Pedro soterrar el pasado subrepticio y sórdido de tu organización tus discursos en efecto sosegaron memorias afiebradas y raídas que juraron con felonía alguna vez No olvidar aquella respiración jadeante de algún sexagenario y soberbio embajador divino que domésticamente ganó confianzas y soslayó inocencias penetrando contranatura el yugo perverso de aquella misma aberración que tanto despreciaste en público.
La misma aberración que hoy callas y tapas y que incluso premias con el palangón de la divinidad al concederle las santas alas a tu par polaco que por años miró a otro lado cuando los inconvenientes gritos inconfesables de miles de jóvenes ingenuos llenos de Fé y saliva santa se intentaban parapetar bajo ese mismo manto supuestamente protector y dadivoso que hoy tu también usas.
Hoy tus esfuerzos cobraron fruto.
Si fuese católico, apostólico y romano estaría feliz por ti y por tu actual nombramiento como Persona del Año de una de las que bien puede ser la revista más leída en el mundo (clic para ver).
Pero No lo soy Francisco. Y No lo soy porque a diferencia de los más de 2 mil millones de followers que tiene la empresa que hoy diriges yo sí considero que tu organización y cuasi cártel tiene históricamente tantas cuentas pendientes con la humanidad como eslabones argentos que posee aquella vieja cruz que cuelga hoy mismo en tu pecho.
Me prometí No olvidar jamás el origen de tu organización, las centenares de injustificadas guerras y matanzas, las invasiones y expropiaciones que te dieron el poder que hoy representas, la tortura sin razón, la quema de libros, el subyugamiento y denigración de la mujer, las listas negras, los pactos, aquellos mismos que le valieron a Fernando Vallejo suficiente excusa para dedicarte un verso perversamente perfecto: “La puta, la gran puta, la grandísima puta, la santurrona, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora (…) la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la estafadora de viudas, la homofóbica, la corrupta, la hipócrita, la parásita (…) la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei…” y es que a pesar de tu inmaculada sotana blanca Francisco y esa sonrisa de lado de abuelo de barrio que se deja querer por todo el mundo No somos pocos los que tenemos presentes en cada segundo del día la verdad de tu oscuro y milenario secreto.
¿Qué cual es esa verdad?
Vamos con calma Francisco que dos mil años han pasado y a esperar al mundo han enseñado tan bien que hoy parecieran haber olvidado realmente qué es lo que esperan aún. Dices usar poco tus palacios e insistes en hacer creer que vives como un pobre, No te mueves en lujosos autos ni mucho menos quieres el grueso blindaje de un vidrio que te separe de tu pueblo, pero gozas cada día de la más extraña de las riquezas, una que No necesita aparentar pues segura está que cuenta con millones que te oigan, oren por ti y te aclamen.
Eres un marketero de primera Francisco, quizá uno de los mejores que ha designado el directorio de tu empresa que comunmente se hace llamar cónclave, aquel que No votó sino que se inspiró en las necesidades del cártel y vió en un argentino el candidato perfecto para vender aquello que el pastor alemán No pudo: Gestos.
Y es que si algo debemos agradecerle a tu predecesor es la honestidad al mostrar aquella poca sangre en la cara que tuvo al cargo que impidió gesticular con gracia y filatería tras cargar el fatigoso peso del anillo de Pedro. El problema es que un monarca vitalicio es cosa de otros tiempos. En realidad, un monarca es cosa de otros tiempos, pero por otro tipo de razones, políticas, No técnicas.
Eres un marketero de primera Francisco y además un gran populista uno que dice desde una de las instituciones más reaccionarias, arcaicas y poderosas de la Tierra, una de las grandes responsables de las políticas que llevan siglos produciendo miles de millones de humildes y desamparados, que debemos preocuparnos por los humildes y los desamparados.
Eres el rey y tus cardenales tus príncipes, y juntos hasta hoy gracias a tus súbditos te continúas repartiendo el mundo con ignominia.
Eres regio, soberano, majestuoso, imponente, poderoso Francisco, eres persona del año Francisco, líder inabordable de una organización que siempre ha funcionado como un gran campo de entrenamiento para preparar a millones y millones a que crean cosas imposibles, a que hagan cosas que No querrían hacer o No hagan cosas que Sí porque sus superiores les dicen que lo hagan: una escuela de sumisión y renuncia al pensamiento propio que los gobiernos en general, y los tiranos en particular, agradecen y usan.
Eres perfecto para lo que necesitan hoy Francisco. Por eso eres Persona del Año.
Es sorprendente: pues tu doctrina dice que los que No creemos lo que Uds. creen nos vamos a quemar en el infierno; tus prácticas siempre consistieron en obligar a todos a vivir según tus convicciones.
Eres cabeza de una organización tan totalitaria que ha conseguido instalar la idea de que discutirla es “una falta de respeto” y sin embargo lo intolerante y ofensivo sería hablar, .. hablar de Uds. como cada quien quiera.
Tu secreto Francisco ya No lo es más.
Y aquí te lo digo.
No vendas más miedo por aquí, ése mismo con hedor al azufre del pecado que proclamas, que aquí decidimos hace mucho tiempo No comprarlo más.
Tu infierno fuera de éste mundo No existe, No amenazes ni hostigues, No señales ni separes ni discrimines ni atribuyas, difruta tu pequeño reino teocrático y regocíjate viendo como los más poderosos de la Tierra se arrodillan y te besan el anillo, te celebran en portada, te celebran como Persona del Año.
Desde aquí algunos te vemos diferente Francisco, pues sabemos al final que argento eres, que eres plata y la plata siempre se volverá negra.
Marco A. Barraza
NPE
Director
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