Memoria RAM 1-Parte 23: El Maestro Del Templo, RESURRECCIÓN DEL GUÍA DEL TEMPLO, Carlos Torres Valencia.
Mi Luz implosionó dentro de mi capsula de Días Creadores, me expandí dentro de ella, tomé posesión de todo cuanto en conocimiento había aprendido y el que estaba por venir.
Y viajé a lo inconmensurable; fui al pasado, me senté en medio de los Tronos de Luz, deambulé entre las dimensiones y luego de un abrir y cerrar de ojos de la eternidad… regresé por el túnel:
¡Ya no era oscuro! un arco iris de cristales giraba dentro del conducto a velocidades de luz; otra vez 144 veces, mi corazón volvió a pulsar como la primera vez que llegué en carne en este mismo cuerpo.
A gran velocidad 144 veces pulsó mi corazón, como un motor arrancó su movimiento, luego serenó mi propio ritmo y tiempo.
¡Y regresé a mi cuerpo! Abrí mis ojos y con ellos, los sentidos: había renacido en él, estaba resucitado en mi misma carne; tieso estaba todo mi cuerpo.
Lentamente y a cada pálpito de mi corazón, fui sintiendo mi cuerpo y la voz de mi Preparador replicó en mi Consciencia:
“Han pasado tres y medio años, equivalente a días, meses y tiempo en tus encarnaciones futuras; ya estás listo, ya puedes regresar a la vida de los hombres que necesitan de tus enseñanzas.
Estás preparado para comprender a los hombres, ellos son rudimentarios e incapaces, vanos y necios, porque no se han internado en el sendero de la muerte y de la vida.
Ahora levántate conmigo, camina por este Templo de toda Sabiduría y Saber, porque de aquí llevarás la luz a los llamados del final de los tiempos; si, allá cuando el corazón de éste día se detenga, al final de los tiempos”…
Y así como la muerte llegó por ayuno intermitente, los ermitaños del templo me suministraban a gotas, sumo de algas y leche de nueces, de aquellas que tiene forma de cerebro, de los árboles de las altas montañas…
Y mi Guía me mostró en consciencia el palpitar de Siete corazones de Tiempo y Espacio y cada uno se llamaba Día de Creación, y vi los corazones y leí sus tiempos totales; 13 mil billones de años sumaron todos hasta el último momento, desde el instante que iniciaron su palpitar, hasta cuando el Séptimo Día dejánse de palpitar.
Y vi que mi corazón y el de todos los hombres, palpitaba en el Segundo Corazón del Segundo Día Creador y allí, dentro de él, palpitaban 144.000 hombres finales, hijos de la Verdad guardada dentro del Manantial de Luz.
En la cámara de muerte, bajo el granito rojo, se guardó mi identidad, y debajo del Gran Mausoleo blanco, mis pasos al final de los tiempos; allí se deben reunir las almas de los hombres del cumplimiento; las vi llegar todas y aún las palabras del cincel rutilante, el descifrado final…
Y el tiempo me levantó por el Templo y reviví la memoria del Maestro de los Maestros, el Corazón de Consciencia del ANCIANO DE LOS DÍAS, EL HIJO DEL ETERNO… logré resucitar de mí mismo; esto me permitió verlo y ser testigo de cuantos al final de los tiempos se acercarán a Él:
Yo conozco los 144.000, vi sus símbolos con los que al final se presentarán, cumpliendo el designio en el Templo Interno, que se eleva con altura de techos y grandes pabellones: en espacios de Oriente, Occidente, Norte y Sur, que se cubre de cristales policromos y símbolos del arco Iris, del origen del Templo.
Vi el salón principal, sitio de los iniciados, los Maestros de Consciencia del Saber Eterno, quienes leen sus libros, escriben y meditan con sus lámparas de espíritu, en sus obras y conocimientos, Libros de los Tiempos.
“Guarda y cincela en tu comprensión este símbolo del altar de la muerte, allí reconocerás a cuantos hayan sido preparados en este Templo y tiempo”.
Los símbolos de la entrada, la puerta de madera y sus arreos de bronce, las paredes, los muros, las piedras grabadas y los dibujos de colores, la altura de sus techos y vitrales, la piedra y fuente de agua fresca; son los símbolos del nombre y Templo de Landak.
Allí reconocí al Anciano de los Días: me mostró su Presencia y me enseñó su nombre para el momento donde debía anunciarlo en la profecía del final de los tiempos y todo esto lo guardé en mi corazón, nueva consciencia de nuevo palpitar, mi nueva esencia…
El arado es mi Manto…
“Saris” fue mi nombre, después de resucitar: crecí en edad y conocimiento y al cumplir los 54 años en aquella preparación del Templo, salí al mundo de los hombres, viví entre ellos, y ellas, me enseñaron el amor y el dolor, las dos fuerzas que ajustan el espíritu del hombre.
Esto aprendí en aquellos tiempos, hace 13 mil años y de un continente hundido en el Atlántico; de allí vengo…
Luego regresé al Templo, donde hasta los 99 años, dediqué mi cuerpo a la perfección, durante ese tiempo mi aprendizaje restante se transfirió sobre el Guía, el Preparador, él me condujo al Salón de los espejos, a las Cascadas de Consciencia que los pensamientos humanos no son capaces de penetrar y reconocí al Gran Espíritu de la Consciencia, la Gran Memoria Ram que antecede a la Creación de las humanidades.
Me mostró en los espejos, el Centro de las Eternidades y pude ver el futuro más cercano de los hombres de éste planeta llamado Tierra;
viajé dentro de mí, en una Luz de conciencia, a la Consciencia de los hombres…
Posteado por Oliver Mora.
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